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Entrevista a Belén Herrero: La anorexia en la piel de una madre

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Belén Herrero: “La lucha diaria es dura, es como estar en una montaña rusa constantemente, subes poco a poco y de repente vuelve la cuesta abajo”

Entrevista realizada por Marta Roldán.

Son más de 400.000 personas las que padecen en España algún trastorno de la conducta alimentaria (TCA), y el 75% de estas tienen entre 12 y 24 años. La magnitud del problema es evidente, pues está afectando al menos a uno de cada diez adolescentes. Los TCA son el tercer motivo de enfermedad crónica en la adolescencia, según datos de la Fundación Instituto de Trastornos Alimentarios (FITA), y supone la enfermedad psiquiátrica con la tasa más alta de mortalidad debido a complicaciones físicas o suicidio (Rosling y cols., 2011).

Belén Herrero es la madre de una adolescente que padece anorexia nerviosa desde hace cuatro años. Ellas, como muchos otros afectados, han vivido momentos muy duros: por eso, es necesario dar visibilidad a estas enfermedades y romper con los mitos que se han ido creando sobre estas durante muchos años.

¿Qué signos o señales le alertaron de que su hija tenía anorexia nerviosa?

Las señales son difíciles de detectar, en mi caso todo ocurrió en un transcurso de tiempo más o menos largo, mi hija tenía 15 años, estaba en plena adolescencia, y que su cuerpo cambiará o que se alimentara de forma diferente me pareció algo normal. Había cambiado los bocadillos de chocolate o de chorizo que tanto le gustaban, por alimentos más ‘sanos’, a la vez que empezó a practicar algo de deporte. Así que no me percaté de la realidad hasta que personas cercanas, que ya habían pasado por lo mismo con sus hijos, me alertaron de lo que estaba ocurriendo.

Como madre, ¿cuáles han sido los episodios más difíciles?

El principio fue lo peor. Transcurrió demasiado tiempo desde que realizamos la primera visita al médico de familia hasta que le diagnosticaron la enfermedad. No saber qué era lo que le estaba pasando en su cuerpo, y ver a mi hija cada día más débil y triste fue lo más difícil. Después, la lucha diaria también es dura, es como estar en una montaña rusa constantemente, subes poco a poco y de repente vuelve la cuesta abajo, remontar es costoso, para ella y para mí, pero juntas es más fácil.

¿Ha pensado en algún momento que peligraba la vida de su hija?

Sí. Cuando aún no le habíamos puesto nombre a lo que le sucedía, perdía peso de manera muy rápida, se le caía el pelo, tanto sus pulsaciones como su tensión eran muy bajas, presentaba frecuentes cambios de humor, no tenía ganas de salir, no sonreía… Pero en el momento en que llegamos a la Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria del Hospital Clínico Lozano Blesa de Zaragoza, y mi hija se puso en manos de ese maravilloso equipo, no tuve dudas de que allí estaba a salvo.

¿Qué ha aprendido o qué le ha enseñado la enfermedad?

Que no valoramos lo suficiente la salud, que pensamos que nos viene dada de serie y que no vamos a enfermar nunca, y no es así, hay que cuidarse. Que la sociedad le da demasiada importancia al físico, olvidando que hay unos límites, y es muy fácil sobrepasarlos con toda la presión que se ejerce.

¿Cómo es convivir con una persona con un trastorno de alimentación (TCA)?

La convivencia es un poco más difícil, pero con paciencia y mucho cariño tienes medio camino andado. Hay que escucharlos, no oír solamente, e interpretar esa escucha, puesto que ellos dicen mucho, incluso sin hablar. Y durante esos momentos de bajada hay que estar, hay que abrazar, y hay que decirles que todo pasará. Y en los momentos de subida lo mismo, no se puede bajar la guardia, es una lucha constante.

¿Qué mensaje les daría a las personas afectadas por estos trastornos y a sus familias?

Mucha paciencia, el camino es largo, pero no hay que rendirse, ya que el final del trayecto es la salud y no hay nada más importante que eso. Y, sobre todo, a los familiares, que hay que ser flexibles y valorar mucho más el proceso que el resultado.

Creo que es fundamental hacerles entender que no es culpa suya lo que está ocurriendo, y no dejar que la vida familiar gire en torno al problema de la alimentación, hay otras cuestiones en la vida también muy importantes.

En su opinión, ¿la sociedad sigue estigmatizando los TCA?

En general todas las enfermedades mentales están estigmatizadas, no está bien visto decir que tienes una cita con el psicólogo, y lo peor, el propio paciente que esconde el proceso por el que está pasando, y eso bajo mi punto de vista no ayuda. Además, hay una serie de creencias falsas sobre los TCA, como “tiene anorexia porque quiere”. Esto no es así, los TCA son trastornos mentales que nadie elige sufrir, y tienen un origen multicausal. Además, hay personas más o menos vulnerables de padecerlos. No puedes culpabilizar a alguien de tener bulimia, anorexia o trastorno por atracón, eso no se elige. 

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