Sam Levinson presenta un film donde el guion apabullante toma el papel protagonista. Zendaya y John David Washington interpretan a una pareja tan tóxica como complementaria que, en una noche hipotéticamente feliz, no para de lanzarse puñales verbales entre sí y hacia la industria cinematográfica.
Malcolm & Marie, director y actriz, llegan a casa tras el estreno de la nueva película de él. En principio, la que podría ser una de las mejores noches de sus vidas. Al final, una reyerta conversacional con atisbos de amor, sexo, y una necesidad pasmosa de abrir “el cajón de mierda”. La pareja nos lleva de acompañantes en su madrugada infinita.
No se puede hablar de esta película sin mencionar el espectacular guion que la compone. Levinson, director y guionista, nos expone un duelo de monólogos que, en ocasiones, recuerdan a La voz humana. Los protagonistas repasan juntos su pasado y aprovechan para echarse en cara sus errores. Cuando parece que la pelea ha acabado, siempre queda una palabra más que decir.
La cinta nos lleva por su amor y su odio, el balance perfecto que equilibra su relación. Las réplicas continuas nos acercan incluso a la risa, mientras que la tensión, que aparece en el contenido de sus líneas, la contrarresta. Ambos componentes de la pareja parecen representar, además, esta tragicomedia: Malcolm, algo más pardillo y narcisista, encarna la comedia; Marie, fuerte y sensible a la vez, personifica el drama. La química que crean Zendaya y Washington entre sus personajes es palpable y exquisita.
El film es, en todo momento, un duelo equitativo en el que el espectador nunca puede identificar a un personaje con “el bueno” y a otro con “el malo”. Levinson compensa cada puñalada con un revés inesperado (doloroso o conmovedor), que vuelve a poner a cero esa balanza imaginaria de nuestra cabeza.
Esta paridad ya se nos anticipa en los primeros minutos, gracias a un plano secuencia que va enfocando respectivamente a uno y a otro durante la misma cantidad de tiempo. Primero a Marie, fumando en la terraza que comunica con el salón, estática, mientras mira a su pareja; después, a Malcolm hablándole, mientras da vueltas alrededor del sofá. Un ciclo que termina con el discurso de él. La cámara los acompaña alternativamente, sin recurrir a planos subjetivos desde el punto de vista de ninguno de los protagonistas.
En un momento destacado, el extraordinario monólogo de Malcolm sobre el mundo del cine, hay una intención de explicar el sentido de la película. En él incluye la valoración de su propia creación: cuenta que su voluntad es emocionar, por encima de lo que “quiera contar” el transcurso de la historia. La importancia recae en los sentimientos que nacen en el espectador. Estamos ante una declaración de intenciones del director puesta en la boca de su personaje, Malcolm (con su misma profesión).
En la historia, además, Levinson nos introduce algunas alusiones intertextuales al exponernos el pasado de Marie: a los 20 años tenía una adicción a las drogas que intentaba superar. Es imposible no pensar en el personaje de Rue en Euphoria (dirigida por Sam Levinson), interpretado asimismo por Zendaya. Así, hace posible un vínculo con el espectador, que reconoce las referencias de estos otros personajes.
Igualmente, es necesario destacar el trabajo brutal de Zendaya, quien se ha reivindicado como actriz de calidad, lejos de su identificación con personajes adolescentes. La ganadora del Emmy consigue encarnar a esa mujer adulta, insegura, cansada y, a ratos, enamorada, de una manera excelente.
Al final, es una batalla campal donde el amor y el odio visceral de los protagonistas te enganchan. Una película que, con solo dos personajes, una casa y una larga combinación de monólogos reflexivos se ha ganado el sitio entre las mejores cintas de este nuevo año.
FICHA TÉCNICA:
Título: Malcolm & Marie
Dirección: Sam Levinson
Actores principales: Zendaya y John David Washington
Duración: 106 min
Exhibición: Netflix
País de producción: Estados Unidos
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Autora: Elena Álvarez @elenaalvarez_99 (Twitter) @elena.mine (Instagram)
Editora: Andrea Aragón
Redactora jefa: Elena Álvarez
