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Cristóbal Halffter: “Vivir no es pasar el tiempo, sino ganar al tiempo”

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Entrevista realizada por Marta García

Cristóbal Halffter es de uno de los compositores más importantes de la Generación del 51, grupo de artistas que renovaron el panorama musical español con la introducción de las técnicas musicales de la vanguardia europea, como el dodecafonismo y el serialismo. Aunque recorrió numerosos países, el hecho de casarse con Marita Caro, ilustre pianista villafranquina, le hace acabar en el Castillo de los Marqueses de Villafranca, su actual residencia, de la que nos abre las puertas.

Cristóbal Halffter reside en el Castillo de los Marqueses de Villafranca, en la comarca de El Bierzo (León).

Desciende de una familia musical, ¿Cuáles son los primeros recuerdos musicales que se le vienen a la cabeza?

Pues de muy pequeño porque mi madre tocaba el piano y me enseñó las primeras cosas cuando tenía 4- 5 años. Después decidí dedicarme a la música, además de instinto y de sensibilidad- mi madre murió cuando yo tenía 11 años-  seguí estudiando música cada vez más en serio.

Su familia se trasladó de Madrid a Alemania huyendo de la Guerra Civil española en 1936. Usted residió allí desde los 6 hasta los 9 años. A pesar de su corta edad y del corto período de tiempo, ha afirmado que eso para usted supuso una vacunación contra la dictadura.

Contra el nazismo, sí. Fuimos a Alemania huyendo de la Guerra española porque mi padre tenía un apellido alemán y pudo demostrar que era alemán, aunque también era español, pero la embajada alemana nos recibió a mi padre, a mi madre, a mi hermano y a mí, y nos trasladó a Alemania como refugiados. Allí mi padre trabajó como director de una fábrica de llaveros muy importante. Yo iba con mi hermano mayor, que me llevaba dos años, al colegio alemán, y te puedes imaginar lo que es para un niño de 6 años entrar de repente en un colegio en el que no entiende absolutamente nada. Yo no hablaba nada de alemán, pero, al mes más o menos, jugaba al fútbol con mis amigos y ya hablaba en alemán. Y el colegio, como es lógico, porque esto era el año 36, era completamente nazi, y a mí eso no me gustaba nada, y eso me vacunó para toda la vida.

Cuando decide dedicarse en serio a la composición, aconsejado por su padre, elige a Conrado del Campo como su maestro. ¿Qué recuerdos tiene de él y en qué cree que es en lo que más le pudo ayudar?

Era el año 47 y ya había hecho el bachillerato. Mi padre me ayudó muchísimo, me dijo: “Tú vas a estudiar música, y vas a hacer realmente lo que quieres, con todo a tu disposición, ahora una cosa, como te vea que hay una semana, dos semanas, en las que veo que no estudias y no trabajas, de conserje en un banco”. Yo tenía total libertad con mi padre, y tenía la suerte de que si yo le decía mira papá necesito ir a ese concierto, él pagaba la entrada, los libros, las partituras…todo. Eso es muy importante.

Usted ha visitado muchos países e incluso ha residido en muchos de ellos. ¿Qué le hizo acabar aquí, en el Castillo de los marqueses de Villafranca del Bierzo?

Pues una historia muy larga y en donde el azar juega un papel importante. Yo iba al conservatorio a examinarme, y de vez en cuando algunos compañeros íbamos juntos a los conciertos, y ahí conocí de lejos a Marita. A mí nadie me presentó a Marita. Nos conocíamos de compañeros del conservatorio. La historia es un poco complicada. En el final de la carrera en el conservatorio de Madrid, y creo que, en todos, el que estudia composición tiene que componer una obra que dice el tribunal. Yo tenía que hacer un Scherzo, y lo tenía que hacer en clausura, porque lo que no vale es que vengas de casa con ello. Tienes 10 días para escribir la obra que te dicen, pero dentro del conservatorio. Se hace en julio, cuando el conservatorio está ya cerrado para los estudiantes, y te dan un estudio, un piano, una mesa, un sillón…y ahí tienes que estar 10 días. Solamente a última hora del día puedes ir a casa a dormir, y al día siguiente tienes que volver, y no te puedes llevar ningún papel a casa. Bien, esto es el mes de julio en Madrid en el año 51. Hacía un calor espantoso, yo estaba en el último piso de la calle San Bernardo, y yo no podía trabajar por el calor que hacía. Entonces yo fui al conserje y le dije: “Mira, yo aquí no puedo hacer nada porque estoy sudando”. Entonces me hizo todo lo contrario, me llevo al sótano, donde están los pianos, pero está fresquito. El fin de carrera para los pianistas es tocar un recital en la sala del conservatorio con un piano fantástico en público, y eso se hace en julio. Entonces el conserje me llevó al sótano, y cuando estaba en el sótano instalado, empiezo a escuchar el piano que estaba arriba, y eso era peor que el calor. Entonces subimos a ver quién tocaba, y en el salón de actos del conservatorio, que era muy grande, estaba todo apagado, y había una luz que daba al piano, y debajo de la luz una chica tocando el piano. Entonces yo le dije al conserje que esperase un momento, que no le dijera nada que quería oírla, y me senté. Quien estaba tocando era una chica de 19 años, que yo ya conocía de antes. Terminó la sonata de Schumann que tenía que tocar en público y me acerqué a ella y quedamos de acuerdo en que ella venía a estudiar en ese piano cuando yo no estuviese abajo. Entonces empezamos una relación, y acabamos casándonos, pero por casualidad. Marita es de Villafranca, nació en esta casa.

El Bierzo distingue a Cristóbal Halffter como ‘ilustre caballero’. Fuente: Diario de León.

El Conservatorio profesional de Ponferrada lleva su nombre. Allí se imparten educaciones elementales y profesionales o de grado medio ¿Qué les diría a todos aquellos que sueñan con ser alguien en el mundo de la música?

Pues, primero, la gratitud al conservatorio, porque lleva mi nombre, pero la sala de conciertos lleva el nombre de Marita. Eso no se da en ningún sitio. Yo les diría a los alumnos del conservatorio que si aman a la música se dediquen a ella, y que entonces la música les va a exigir sacrificios, que los hagan. Si no son capaces de sacrificarse por la música, pues que sean ingenieros de caminos, porque para dedicarse a la música hay que tener mucho cariño y mucha entrega, porque la música exige mucho.

Ha comentado en alguna entrevista la necesidad de reivindicar y luchar por la música contemporánea, para que un futuro la gente siga teniendo la posibilidad de conocerla. ¿Cómo de complicado cree que es, y qué cree que se podría hacer para que los jóvenes se interesan en escuchar ese tipo de música?

En España, desgraciadamente, la música, a partir del s. XVI/ XVII, que éramos alguien en el mundo, la música fue degradándose, quedándose en la parte folclórica, la parte popular, y hoy en día hablar de música es hablar de un señor o una señora tocando la guitarra pegando saltos, y eso no es música, eso es espectáculo, que yo no tengo en absoluto nada en contra, sin embargo, la música es otra cosa. La música es cultura de lo más elevado. Lo que se podría hacer es estudiar en bachillerato música en serio, muy en serio, ya que la música es parte muy importante de la cultura universal, como es la arquitectura, la poesía, la literatura en general. Porque la música es quizás más complicada porque es abstracta, y en bachillerato hoy lo que se enseña es un solfeo muy rudimentario. Tu piensa que Pitágoras crea una forma de crear música y en la cultura occidental la música es fundamental, y en España esto estaba ausente, pero ausente desde la educación. Y después la sociedad, sobre todo la sociedad del s. XIX apartaba la música completamente.

Ha reconocido que en las primeras elecciones democráticas del año 77 se presentó como senador por la provincia de León y estuvo a punto de salir elegido, puesto que quedó tercero y solamente podían salir dos. ¿Crees que si hubiera salido elegido hubiera influido en su carrera musical?

Pues sí, porque no me hubiese podido dedicar a las cosas que me he dedicado. Pero yo creí que era una obligación civil. El hecho de ser una persona que vive en España y que tienes por lo tanto cariño a ese país, te obliga a sacrificios. Por eso me presenté, pero por ningún partido, completamente independiente. Yo tengo un partido político que soy yo, y si alguien se mete me salgo, pero respeto muchísimo la tradición. Tenía obligación de presentarme, porque España estaba en un momento de evolución. Yo tenía que cumplir como ciudadano. España era un país democrático y las elecciones fueron estupendas.  

Se le ha encargado la realización de diferentes obras a lo largo de su vida, ¿hay alguna que le hiciera una especial ilusión?

Hombre, yo tengo bastantes obras, pero hay algunas que les tienes especial cariño. En el año 67, yo dirigía en la orquesta de Radio Televisión y el Coro una obra mía dedicada a Jenófanes, un poeta griego. Hice el concierto y me vine a casa. Completamente separados, un señor que está en Moscú viene a Madrid y va a ver a un amigo suyo español que se llama Bronston. Se ponen a hablar, y el señor que venía de Moscú, que era poeta, le dice: “¿Qué hago esta tarde?” Entonces Bronston, que era amigo mío, le dice: “Esta tarde vas a ir al teatro real al estreno de una obra de un compositor joven español”. Yo no me entero de quién está en el público. Al día siguiente este señor se marcha a su casa a Nueva York, y el presidente de Naciones Unidas lo recibe y le pide hacer un texto para conmemorar el 20 Aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que celebra la ONU, y le dice al poeta americano que haga un texto y que buscaría a alguien que le pusiese música. Entonces este señor le dice que solo hace el texto si la música la hace un chico joven español, sino no hace el texto. Un día por la tarde veníamos mi mujer y yo del cine, llegamos a casa, abrimos el buzón y en una de las cartas ponía por detrás United Nations, President. Abro la carta y es el presidente de Naciones Unidas, que me pide hacer una obra para los derechos humanos, que en España estaban prohibidos, para estrenarla en diciembre del año 68. Es una obra a la que le tengo especial cariño, es una cantata muy complicada, son dos coros, dos orquestas, dos directores, nueve solistas… Bueno, entonces recibo la invitación oficial, escribo la obra, y todo va muy bien, pero en España me cortan el teléfono, porque claro, Franco estaba en contra de los derechos humanos. Entonces, el presidente de Naciones Unidas le escribe una carta a Franco diciendo: “Cuídenme mucho a ese joven compositor que ha hecho una obra importantísima aquí, que ha tenido mucha fuerza, cuídenmelo mucho. Hagan todo lo posible para que pueda hacer su obra”. Franco al escribirle el presidente, enseguida se lo da al ministro y yo puedo hacer lo que me da la gana, y yo hago muchas cosas en contra de Franco. Esa es una obra de la que estoy muy orgulloso de haber hecho. Cantaba de los derechos humanos.

Hoy en día la tecnología juega un papel fundamental en nuestras vidas y en nuestro día a día. ¿Cómo cree que ha afectado la tecnología al mundo de la música?

Por un lado, positivamente. Por otro lado, negativamente, porque ha invadido un campo en el que más que tecnología lo que hace falta es sensibilidad, y la tecnología no reconoce la sensibilidad, porque la sensibilidad es algo que es muy difícil saber qué es, pero la música es sensibilidad. Eso la tecnología no lo reconoce. Entonces, por un lado, se expande mucho, pero lo que se expande carece de nivel cultural. Yo lo que no me explico es porqué dedicarse a la música es tocar la guitarra mal, despeinado, sucio, y con unos pantalones rotos. Beethoven antes de escribir música, se lavaba las manos y se las empolvaba, entonces escribía música, porque antes había que estar completamente limpio.

¿Qué opina del panorama musical en el Bierzo y cómo cree que va a evolucionar en los próximos años?

Pues El Bierzo tiene la suerte de tener un conservatorio muy bueno, que tiene que cuidar. Los alumnos que están capacitados han salido del conservatorio y están tocando en orquestas extranjeras. Ahora se ha creado una orquesta, lo que se tiene que hacer es que esa orquesta vaya a los pueblos pequeños a darles lo que ellos saben, porque les vendrá bien a los alumnos, y le vendrá bien a pueblo.

María Antonia Gancedo y Cristóbal Halffter en la tercera edición del Festival de Música Contemporánea Cristóbal Halffter en homenaje a la pianista Marita Caro. Fuente: El Bierzo Digital.

Ha tenido una vida bastante movida ¿Cuáles han sido sus hobbits y que le gusta hacer en su tiempo libre?

Pues hacer música, leer, reunirme con amigos que piensan más o menos como yo, ver la naturaleza, darte cuenta de que eres un ser vivo y que recibes muchas cosas buenas y que tienes que dar muchas cosas buenas a los demás. Vivir es una cosa que no es pasar el tiempo, sino ganar al tiempo, y sacar el máximo partido de cada momento. Es muy importante ser consciente de que estás vivo, y algo fundamental para mí es que todos somos únicos e irrepetibles.

 

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