Sony lanzó hace unos meses su nueva consola, la nueva y flamante PlayStation 5. Después de luchar contra viento y marea, debido a los problemas de stock, he podido hacerme con una. Aquí os cuento mis primeras impresiones.
Autor: José María Hurtado.
Sony ha apostado con la PS5 por un diseño blanco y futurista, deshaciéndose del característico color negro de sus anteriores consolas. El diseño dio mucho que hablar su día de presentación. Los usuarios compararon en las redes sociales la consola con un ambientador, un router o incluso un edificio de la Ciudad de las Artes y las Ciencias. La característica que más sorprendió fue su descomunal tamaño: claramente superior respecto a sus antecesoras.
Uno de los muchos problemas que tenía la PS4 era la cantidad de ruido que hacía su pequeño ventilador al sobrecalentarse. La solución de Sony ha sido ampliar el número de ventiladores a cuatro, sacrificando una gran parte del tamaño de la consola, pero eliminando los problemas tanto de ruido como de sobrecalentamiento.
Sin entrar en detalles técnicos sobre el hardware, destacan dos elementos. La consola puede mover juegos a una resolución 4K a 120hz, por lo que puede alcanzar los 120 fotogramas por segundo. Y ha incorporado la tecnología RTX (Ray Tracing) o lo que es lo mismo, iluminación en tiempo real. De este modo se logra un resultado espectacular en muchos juegos.
Sony también ha decidido dar el gran salto a la tecnología SSD, uno de los grandes atractivos de la PS5. Pasar de un juego a otro nunca ha sido tan rápido, llegando a tardar únicamente unos 7 segundos. Esta característica permite al software de la consola añadir una nueva función: las “tarjetas”, que permiten acceder desde el menú rápido a los distintos niveles o fases de cada juego de manera casi instantánea, sin pasar por el menú principal.
El portento gráfico de Demon Souls en su máximo esplendor. Fuente: From Software.
Dejando de lado la velocidad y la potencia de la consola, la característica que más me ha sorprendido es el mando. El Dualsense (el nombre le viene que ni pintado) te permite sentir cada detalle del videojuego con tus propias manos. Además de las funciones que ya tenían sus predecesoras (panel táctil, micrófono, sensor de movimiento…) el Dualsense incorpora dos tecnologías sin igual. Una de ellas es la vibración 4K, que es sencillamente sublime. La diferencia entre pisar hierba o arena, la sensación de la lluvia o el granizo… son solo algunos ejemplos de lo que es capaz el mando de la PS5. La otra innovación son los gatillos adaptativos, otro elemento que mejora la inmersión de juego. Como su propio nombre indica, los gatillos del mando se adaptan a la situación de cada juego, lo que se traduce en sentir el retroceso de un arma al dispararla, el apretar un muelle o la presión que debes hacer al blandir una espada. Estas dos funciones hacen que ponerse a los mandos de la PS5 sea una experiencia sensacional.
Pero pasemos a lo importante: los juegos. Siendo sincero, el catálogo de lanzamiento de PS5 no ha sido especialmente llamativo. No porque no sean buenos juegos o carezcan de interés, sino porque (casi) todos los juegos se han lanzado de forma simultánea para PS5 y para PS4, como Sackboy: A big adventure o Spiderman: Miles Morales. Por supuesto, estos juegos tienen mejoras tanto gráficas como de rendimiento en la nueva consola.
Referencia a Horizon Zero Dawn en Astro’s Playroom. Fuente: Elaboración propia.
Los únicos títulos que podemos considerar exclusivos de PS5 son Astro’s Playroom, que viene preinstalado en la consola, y Demon Souls. De este último no puedo hablar mucho porque no lo he jugado (principalmente por la estandarización del desorbitado precio de 80€). Sin embargo, Astro’s Playroom lo he exprimido al completo y me parece perfecto para mostrarle a una persona que no ha tocado nunca una PS5 lo que puede llegar a transmitir el mando de la consola. Además, este juego es un plataformas excepcional y un homenaje a toda la historia de PlayStation, con la inclusión de referencias a todas las sagas que han tenido exclusividad alguna vez en la compañía. Cabe mencionar su retrocompatibilidad con PS4, una característica que la hace muy atractiva si aún no has jugado a su inmenso catálogo o por si te apetece conservar tus partidas de la anterior generación.
En definitiva, ¿merece la pena hacerse con una PlayStation 5? Yo digo que sí porque esta consola es diferente a sus predecesoras, caracterizándose por su sorprendente inmediatez y por la cantidad de sensaciones que te puede llegar a transmitir. Pero habrá que esperar unos meses, incluso años. Hacerse con una ahora es casi imposible y, además, no tiene un precio muy económico.
