Autor: Jesús Aina
La gran baza de España para convertirse en una localización atractiva para la industria de los videojuegos.
¡Qué mal envejecen las palabras! Hace casi un año escribía un artículo en el que me quejaba de la infrarrepresentación de España en los videojuegos —o al menos del mal aprovechamiento de sus posibilidades—. Esas líneas estaban impregnadas con un regustillo amargo. Sin embargo, estas que están leyendo rezuman esperanza, pero también algo de miedo.
Si algo ha permanecido inmutable desde aquella lejana reflexión es mi convicción de que España es un escenario maltratado por la industria de los videojuegos. Pero hace poco una importantísima saga se ha sacado unos billetes en business hacia nuestro país. Pokémon ambientará sus próximas entregas en la cuna del flamenco, los toros y la sangría. ¿No te ha chirriado reducir España a estos tres conceptos? A mí sí.
Pokémon Escarlata y Púrpura puede ser una experiencia tan española y mucho española como el Roscón de Reyes, o bien un batiburrillo de tópicos y referencias como cuando al «arroz con cosas» se le llama paella. ¿Nos decepcionará el tratamiento de nuestra cultura por parte de Game Freak? Puede ser. La comunidad de Twitter España es bastante tiquismiquis. Pero, dejando confabulaciones internautas a un lado, creo que los nipones van a sacar provecho de nuestras fronteras.
Flamenco, toros y sangría —sin alcohol— habrá, seguro. Porque por muy tópicos que sean, siguen siendo parte de ese imaginario colectivo made in Spain. Y, para qué nos vamos a engañar, una versión regional de Tauros es una condición sine quae non que todos les exigimos a los títulos. Sin embargo, no tengo ninguna duda de que van a saber indagar en nuestro ser y sacarnos una sonrisa con todas esas referencias que solo los españoles sabremos apreciar. ¡Cómo nos lo vamos a pasar!
Recientemente jugué Rojo: A Spanish Horror Experience, un videojuego indie desarrollado por el sevillano Miguel Moreno en solitario. Una pequeña oda a nuestras entrañas que estaba plagada de esos guiños reconfortantes. Desde referencias franquistas por doquier, hasta música de Joselito, un ejemplar del ¡Hola! en el salón o un bote Cola Cao en la cocina. Píldoras de cultura, arte e historia que me fascinaron durante los más que recomendables veinte minutos que dura esta experiencia —totalmente gratuita, por cierto—.
¿Es eso lo que espero de Pokémon? No. Pero sí quiero que todo lo que nos define como sociedad cincele la personalidad de Escarlata y Púrpura. Ya vimos numerosas referencias arquitectónicas en el tráiler de presentación, a saber: la Sagrada Familia, los molinos manchegos, o la Plaza Mayor de Madrid. Pero eso solo es el aderezo de lo que seguro va a ser un plato mucho más sabroso con el que deleitarnos. Hablando de comida, confío en que Game Freak cocine una buena paella a la que ni los valencianos ni ningún otro español le puedan sacar ni una sola pega.