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El Sirviente: una obra del pasado con tintes modernos y feministas

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Entreventos habla con los protagonistas de El Sirviente, una obra que cuenta la historia entre un joven aristócrata, Tony Williams, y un sirviente, Barret, que es contratado para cuidarlo. Un trama envuelta en manipulación, seducción y engaño acompaña a los protagonistas de esta obra de teatro. Pablo Rivero, Eusebio Poncela, Sandra Escacena, Carles Francino y Lisi Linder protagonizan esta historia. Estarán en el Teatro Principal de Zaragoza hasta el 1 de marzo.

Entrevista y fotos de Ana Calvo y Naiare Rodríguez

El Sirviente cuenta la historia entre un joven aristócrata y un sirviente. ¿Se necesitan el uno al otro para poder salir adelante?

Pablo Rivero: Sí, de hecho es la base de la obra. Todos los personajes tienen una adicción; todos persiguen a alguien. Hay una necesidad, una adicción en el sentido negativo, una falta de libertad y esclavitud. El sirviente es mucho más inteligente que el señor, y ahí está la lucha de clases.

Sanda Escacena: Desde que los personajes se conocen, el sirviente se va a apoderando de la casa y del señor de la casa. Y, al mismo tiempo, el aristócrata está muy cómodo con el servicio del sirviente. Mi personaje se encarga de manipular al señor de la casa y a la vez está compinchada con el sirviente. Hay un trío muy potente que es muy dependiente.

Lisi Linder: Se crea una dependencia porque el sirviente le ofrece a Tony Williams lo que mi personaje no le ofrece. Sally es una mujer de comienzos de los años 50 donde empieza todo a modernizarse. Es una mujer que trabaja y es independiente, por lo que no acepta servirle a él ni tampoco tener un mayordomo. Es más, en un momento dado, ella dice: “Si esto es del siglo pasado…”. Hoy en día la gente se apaña con alguien que te venga a limpiar de vez en cuando. Entonces, como el sirviente engancha a Tony porque le hace todo (le peina, le ata los zapatos…) y el otro que viene de África está acostumbrado a su padre varón y a un modo palaciego de que te lo hagan todo, empieza a conquistarlo. Tony casi prefiere comer, holgazanear y vivir en el lujo a acostarse con su pareja, que soy yo.

Carles Francino: Sí, sí. Están enganchados. Esto es relaciones humanas porque muchas veces estamos enganchados a la pareja, al amigo, a lo que sea. Da igual el tipo de relación que sea, hay algo enfermizo de por medio. Los dos crean una cosa muy destructiva que arrasa con casi todo.

Los protagonistas de El Sirviente posan para Entremedios.

En este conflicto de intereses, ¿todos salen beneficiados?

P.R.: Todos se aprovechan. Algunos lo hacen de una manera más limpia que otros, pero la obra es muy ambigua.

S.E.: Nos aprovechamos más Barret y yo. Pero al final el señor tiene de mi personaje lo que quiere, y de Barret tiene un servicio excelente. Nosotros hacemos lo que queremos con él. Ganamos más nosotros, pero creo que en el fondo hay equilibrio.

L.L.: No lo sé, la verdad. Todos intentan aprovecharse. No voy a santificar a mi personaje porque se vea que está sufriendo el rechazo de su pareja. Aquí todos tienen intereses. Sally tiene interés porque considera que estar con Tony Williams es tener un buen puesto en la escala social.

C.F.: En principio los dos tendrían que salir beneficiados pero parece ser que hay uno que se lleva la mejor parte. Lo vamos viendo porque todo se va convirtiendo en una decadencia total. Las dos clases, al final, salen perjudicadas.

¿Estáis reflejando una crítica a las clases sociales dominantes?

P.R.: Sí, sobre todo al sometimiento. Hay que ubicarlo en la época que era. Se puede trasladar incluso a cualquier trabajo; muchas veces un becario es más espabilado que un jefe que está más “asegurado”. Habla más del ejercicio del poder.

L.L.: Totalmente. Esta obra tiene una crítica bastante fuerte a la posición dominante de la época. Habla mucho de la lucha de clases y también tira por tierra los valores de la época.

C.F.: Mucho. Eusebio se lo lleva a su terreno porque, como le gustan muy poquito las clases dominantes, las va a machacar bien. Hay que criticar y hacer ejercicio de crítica con todo. Nosotros lo hacemos con la dominante y con la baja.

Francino, en un momento de la entrevista con Entremedios.
Francino, en un momento de la entrevista con Entremedios.

Hay mensajes de sumisión, dominación, atracción… ¿buscáis que haya una implicación emocional por parte del público?

S.E.: La seducción y la carga sexual de la obra es imprescindible. Al final yo estoy ahí para seducir al personaje de Tony, y él queda prendado de mí. Mi personaje es importante en ese sentido, pero al mismo tiempo también tengo una historia con Barret. Es chulo que el público vea las dos caras que tiene mi personaje y cómo se comporta según con quién esté.

C.F.: Además, yo creo que es la reflexión principal que hace el autor. La función va en decadencia completamente y vemos hasta dónde puede llegar el ser humano. Luego vemos que todos los personajes son muy humanos porque todos se equivocan y todos buscan interés. Es verdad que unos pueden retirarse y pedir perdón, mientras otros caen en picado.

Cuando habláis de manipulación, ¿estáis poniendo a prueba hasta dónde pueden llegar las personas para satisfacer sus necesidades o cumplir sus objetivos?

P.R.: Claro. Hay mucha cosas que se quieren conseguir. No solo se habla de un fin material, sino que hay veces que luchamos por conseguir algo que nos viene socialmente establecido. Son personajes que tienen que luchar para estar bien y contra los estereotipos. No es más feliz la señora burguesa por ser burguesa, sino porque tiene que luchar por muchas cosas, entre otras, por ser mujer.

S.E.: La verdad es que sí. Barret engaña a Tony desde que le conoce, y mi personaje llega a la casa como la sobrina del sirviente y realmente no es así. Ya desde el principio es una mentira. ¿Tengo que mentir con respecto a quién soy para estar con una persona? Pues lo hago.

L.L.: Sí. La obra tiene unos tintes bastante oscuros, serios y morbosos. La primera capa que se ve y sobre la que reflexiona es la lucha de clases, pero más allá habla del individuo, del ser humano y de sus profundidades. Se habla de cómo vendemos nuestra alma.

Lisi Linder, en un instante de la entrevista.

Se puede asemejar a la lucha actual de la mujer…

P.R.: Sí, pero el texto no se ha adaptado. Es muy sutil. Realmente es un thriller… en el mundo suceden cosas y a veces uno no se da cuenta.

¿Hay que ser inteligente para manipular?

S.E.: Hay que ser inteligente para manipular bien. Pero al final creo que si mientes te van a pillar. Mi personaje es muy inteligente porque hace lo que quiere. Pero a mí me cuesta mucho mentir, me quita el sueño si lo hago… Esto realmente hace que sea una obra muy morbosa.

C.F.: Manipular bien depende mucho de quien tengas delante. Es como en la actuación. Yo siempre digo que para actuar bien es muy importante saber a quién tienes delante. Entonces, habría que ver a quién manipulas y a quién no. No sé si muy inteligente o poco. Mi personaje lo es pero también se equivoca. Podría ser una inteligencia de estereotipo. Tira también de interés y al final de la función pide perdón por cosas que pasan.

Podemos decir que los tres pilares básicos pueden ser poder, posesión y seducción. ¿Qué otros valores tratáis?

L.L.: Para nosotros es importante también mostrar este tipo de personajes que no son tan comunes en la época. El personaje de Vera tiene unos monólogos super bonitos de mujeres liberadas, empoderadas, que quieren ser como los hombres y que ejercen la libertad de elegir. Nos gusta mucho que existan ‘joyitas’ como esta en la época lejos de los mensajes tradicionales y machistas.

C.F: Habrá muchos, creo yo. El valor de la amistad, sobre todo. Cuando hay una lucha de clases y de relación humana tan potente se pone delante cualquier tipo de sentimiento. Es decir, si estamos hablando de relaciones cualquier cosa vale. Ahí el espectador, con el punto en el que esté en su vida o el sentimiento que albergue, reflexiona de una forma u otra y le da el sentido que quiere.

¿Crees que dentro de unos años se podrá hacer una nueva versión de la obra incorporando otros valores de la sociedad?

L.L: Sí se podría hacer porque la obra, aunque parezca anticuada porque muestra una realidad de otra época, es importante dar a conocer que ahora hay mucha gente rica que sigue teniendo mil personajes a su alrededor que trabajan para ellos y creo que existen todavía las jerarquías. Hay personas que todavía tienen cierta esclavitud.

Pablo, a ti te podemos ver cada jueves en Cuéntame cómo pasó. Protagonizaste uno de los capítulos más emotivos de la temporada con tu secuestro en la guerra. ¿Se va a recuperar tu personaje de esto?

P.R.: Toni es otro superviviente. Tiene que luchar contra sus impulsos y contra lo que le escriben. Somos el instrumento para contar cosas importantes. No va a tener tanto protagonismo el después de la guerra, sino que va a haber otras tramas a nivel familiar más importantes que van a marcar el final de temporada.

¿Toni Alcántara lucha contra sus impulsos al igual que Tony Williams?

P.R.: No. Toni Alcántara es tan inconformista y quiere abarcar tanto que siempre es infeliz y tiene mucha ansiedad. Y Tony Williams es todo lo contrario; ha vivido situaciones duras y quiere que lo cuiden. A Alcántara le han querido mucho; a Williams, no.

Pablo Rivero, durante la entrevista en las escaleras del Teatro Principal.
Pablo Rivero, durante la entrevista en las escaleras del Teatro Principal.
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