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De enfermeras a bomberos

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Texto: Eduardo Ramírez Carazo y Clara López Nieto. Fotografías: catálogo Toy Planet.

“No te pidas ese balón, que es poco femenino”, “Si juegas con muñecas, pareces una niña”. Es probable que haya escuchado alguna vez estas expresiones, especialmente en época navideña, cuando se pretende segmentar aún más el mercado y alcanzar las máximas ventas de un producto a su correspondiente público. Durante los últimos años, se ha culpado (y con su parte de razón) a la educación que los niños y niñas reciben desde casa. No obstante, a menudo, son las propias empresas y marcas de juguetería y ocio las que contribuyen a crear los roles de género de los más pequeños.

Son las propias marcas las que perpetúan estos roles de género, pero ¿por qué lo hacen? Es sencillo, se trata de una estrategia de marketing. Al dividir el mercado, y dedicarse a un segmento en específico, es mucho más sencillo conocer las necesidades particulares de sus clientes, además de garantizar su competitividad. Ahora bien, no siempre ser competitivos es lo óptimo, ya que genera grandes barreras entre sexos. Ciertas pérdidas monetarias no justifican el hecho de que se evite avanzar en la igualdad entre niños y niñas.

Mientras que muchas compañías mantienen en sus folletos publicitarios especiales de Navidad los roles de géneros tradicionales, como es el caso de El Corte Inglés-Hipercor o Toys R Us, algunos catálogos acaban con la imposición rosa-azul, cocinitas-coches, princesas-superhéroes, muñecas-construcciones, como Toy Planet, que apuesta por fomentar los valores basados en la igualdad de género y enseña en su catálogo a niños de ambos sexos jugando a toda clase de juguetes. Porque los juguetes no entienden de estereotipos de género.

Las ideas sexistas pueden calar en los niños y niñas, que pasan a considerar como “ajenos” ciertos juguetes a causa de estas campañas de marketing. Desgraciadamente, esta distinción por géneros, que en un principio parece un acto sin importancia, deriva en ocasiones en problemas que afectan a los pequeños no solo en las aulas, con casos de acoso y rechazo escolar por preferir juegos o juguetes que no se corresponden con su sexo, sino también en su futura vida laboral, donde las diferentes profesiones suelen ir de la mano del género al que se las ha asociado.

Pero las consecuencias van mucho más allá. Incluso el deporte sufre de este sexismo. Muy conocida fue, por ejemplo, la huelga de las futbolistas profesionales por un sueldo digno. Muchos niños y niñas fantasean con sus ídolos deportivos, como Messio o Gasol, pero ¿dónde caben las mujeres en esto? Y no solamente hablamos del deporte femenino. Por ejemplo, cuando en 2014 se decidió que la segunda equipación del Real Madrid fuera rosa, no tardaron en arreciar las críticas a su diseño. Afortunadamente, el deporte practicado por mujeres cada vez se está convirtiendo en un evento más mayoritario, como lo evidencian las cifras de espectadores que asistieron al Atlético de Madrid-Fútbol Club Barcelona, más de 60.000, marcando un hito sin precedentes en esta competición. Sin embargo, aún nos queda camino que recorrer, y esto pasa por cambiar la forma de ofrecer los juguetes, especialmente en estas fechas.

Cada niño debería poder jugar con aquello que más le guste sin verse influenciado por ninguna clase de estereotipo. Por ello, es importante que tengamos en cuenta esto a la hora de comprar regalos de hijos o familiares. Si son los adultos los que eligen por ellos, además de limitar el ocio y creatividad de sus hijos, se continúa viendo extraño que una niña o niño juegue con juguetes no acordes a sus roles tradicionales. Las niñas pueden ser desde bomberas a policías, y los niños desde enfermeros a profesores. No delimitemos ni marquemos sus gustos, y dejemos a los niños ser quienes quieran ser, o simplemente, dejémosles ser niños.

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