El movimiento ‘¡Queremos entrar!’ consiguió en Madrid el pasado 28 de diciembre el acceso de los menores a la música en directo independientemente de la venta de alcohol. Uno de sus próximos objetivos es Aragón, donde parece que se están llevando a cabo consultas para aprobar un nuevo decreto antes del próximo verano. Tendría efecto en las salas de conciertos de Zaragoza y solucionaría un problema que perjudica a la industria musical.
ANA ALASTUEY
Nos adentramos en El Túnel, espacio juvenil del Ayuntamiento de Zaragoza. Un pasillo enorme con 13 salas – libres, equipadas y semiequipadas – donde ensayan muchos jóvenes músicos zaragozanos. En la sala 3, dos chicos: “Yo tengo 14, él tiene 15. Nos quedan bastantes años hasta que podamos tocar en la mayoría de salas”. 4 y 5 años hasta poder subirse al escenario de la Sala López o La Lata de Bombillas.
La Sala López es una de las salas de conciertos más importantes de Zaragoza
Ni tocar ni asistir. Es lo que dice la Ley 11/2005, del 28 de diciembre, aprobada por el Gobierno de Aragón y que no permite a los menores de 18 años entrar solos a recintos cerrados donde se venda alcohol, lo que incluye las salas de música. “La protección de la infancia y de la juventud” es el motivo. Su normativa complementaria – el decreto 16/2015, del 4 de febrero – vuelve a resaltar la prohibición en su artículo 9, esta vez en “espectáculos públicos extraordinarios u ocasionales”.
Lo mismo ocurría, hasta hace poco, en Madrid. El movimiento ‘¡Queremos entrar!’ conseguía el pasado 28 de diciembre su objetivo: “garantizar el acceso a la cultura mediante el acceso a los menores a la música en directo”. Almudena Palacios, una de sus fundadoras, basa su éxito en la claridad del mensaje, la fuerza de su juventud – no tienen más de 21 años – y el gran apoyo que han recibido por parte de gente significativa, medios y particulares. Además asegura que solo se cierra un ciclo, que “’¡Queremos entrar!’ todavía no se ha acabado”. Los chicos de El Túnel están enterados de la noticia, esperanzados, saben que allí los dejarían tocar, “aunque sea sin cobrar o tener un beneficio, tener un sitio donde poder dar tu música”.
Hace unos años no era así. Javier Torres empezó con su grupo Capitán en los tiempos de MySpace, allá por el año 2011, y asegura que “las cosas no estaban tan estrictas como hoy en día”. “Se ha endurecido la ley y encima no hay acceso a las alternativas”, pues en su caso hacían bolos en casas de juventud con más facilidad. Lo que podía compensar de alguna forma el “error” de relacionar el alcohol con la música. “Se está alejando a la gente de la música”, pero considera que el público también tiene algo de culpa. “Está muy reticente a conocer, se cierra a un estilo de música […] veía al público más abierto de mente”.
Es cierto, saber llegar a los jóvenes es otro de los problemas a los que hay que hacer frente según Víctor Domeque, técnico del Área de Cultura del Ayuntamiento de Zaragoza. “Ni el problema es el precio – Zaragoza es la ciudad donde los conciertos son más baratos – ni que los grupos sean buenos o malos”. Sin embargo, por el momento es “un problema de acceso”. Una propuesta conjunta con la Asociación de Salas busca que se resuelva un “lío legislativo” de competencias y leyes contradictorias. Entre ellas, el derecho a la cultura o al trabajo que choca con la ley que nos ocupa. Según él, se está utilizando, “desde el desconocimiento absoluto de la situación de los jóvenes en relación al alcohol”, un problema que no tiene que ver con la música y que no hace otra cosa que “criminalizar” la cultura. El objetivo ahora es recuperar la “cultura de ir a las salas” de antaño.
Los conciertos forman parte de la campaña de Navidad del Ayuntamiento
“Pertenezco a una generación que podía acceder a los bares y salas desde los 16 años y no creo que seamos una generación perdida”. Javier Benito, de la Lata de Bombillas, solo es reticente a trabajar con menores “por el salto generacional entre nosotros”. Algo que no tiene nada que ver con que tengan “la opción de tocar, el empresario de programar y el público de disfrutar música hecha por menores”. Para él, es evidente la falta de “relevo generacional” y recalca su importancia como “público futuro”, algo que perjudicaría a la industria musical. “Los problemas están para solucionarlos y los legisladores para encontrar salidas a los problemas de sus ciudadanos”, comenta.
Antes del próximo verano. Esa es la fecha establecida para presentar un nuevo decreto por parte de la DGA que establezca “claramente las competencias y los espectáculos a los que afecta”. Eso sí, “bajo el paraguas legal, indiscutible e irrenunciable de la protección de los menores”. Un primer texto podría estar publicado en el BOA para febrero, “para que se produzcan más aportaciones o alegaciones” a pesar de las reuniones con la Asociación de Promotores que tuvo Vicente Guillén, Consejero de Presidencia, en un principio.
Reunión de Vicente Guillén con los promotores. Fuente: DGA
Fuentes del Departamento de Presidencia del Gobierno de Aragón afirman que la normativa sobre espectáculos en Aragón es una de las más “prolijas” y que “debe ser modificada de forma amplia, mucho más allá de una simple modificación puntual”. Por ello, “las prisas quedan descartadas”.
También sin prisas, pendientes de la aplicación en Madrid, quieren llegar ‘¡Queremos entrar!’ a Aragón. Almudena Palacios, también encargada de nuestra Comunidad, afirma que todavía no tienen una propuesta, pero que están “empezando a formar grupos de trabajo, hablando con gente”. Durante su hazaña en Madrid, muchos aragoneses les escribieron. No solo los relacionados con la industria musical, también psicólogos, profesores, padres… “gente que tú cuando a priori haces la lista no te paras a pensar, pero que luego es importante”, comenta. Gente de diferentes perfiles que “ha enriquecido” al movimiento.
No buscan llenar Rivieras – en Madrid – ni Latas de Bombillas de jóvenes, pues es consciente de que han crecido sin asistir a conciertos y no lo incluyen en sus planes. Sin embargo, ella sí echa la culpa a la Ley: “Si tú a un adolescente le prohíbes acceder a una parte de la cultura durante su adolescencia, que es como por así decir el caldo de cultivo, luego no lo va a considerar”. Ese será otro problema a tratar cuando se asegure el acceso, paso a paso, pero lo primero y más importante es que sea cuestión de que exista “la opción”.