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Rosa María Calaf: «La ética periodística tiene que estar por encima de todo porque es un servicio al ciudadano”

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ENTREVISTA REALIZADA POR SONIA BAMBÓ

Ella misma se define como curiosa, inquieta y entusiasta. Es imposible hablar con ella y no ver que el mismo espíritu de lucha por las personas y por el buen periodismo que veíamos en la televisión permanece en ella, en Rosa María Calaf. Una periodista referente en el periodismo nacional e internacional; una periodista que continúa comprometida con la sociedad. Rosa porta una mochila de responsabilidad, aventuras, experiencias, pero también lleva consigo una lista de barreras que como periodista y mujer ha roto a lo largo de su carrera.

En ocasiones, ha mencionado que debemos preguntarnos qué queremos hacer al ser periodistas y usted, ¿qué quería conseguir con el periodismo?

Me hicieron una entrevista para entrar en televisión, en el año 70, y eso fue lo que me preguntaron: qué es lo que quería y por qué creía que podía hacerlo. Entonces, primero empecé por definir cuál era mi posición en la vida. Han pasado los años y sigo siendo igual. Fundamentalmente lo que soy es muy curiosa, tremendamente inquieta con lo que sucede a mi alrededor y profundamente entusiasta. Creo que hay que estar en la acción.

¿Qué le llevó a elegir periodismo?

La idea de que los medios de comunicación y la televisión en particular contribuían en aquel momento a la creación de modelos sociales. Y, por tanto, para perseguir un mundo con un modelo social más justo, mejor para más gente, creía que había que estar ahí para pelear por esa calidad dentro del medio. Y como persona y mujer, quería pelear por la transversalidad y el papel de la mujer en la construcción del modelo social. En mi caso, valiéndome del periodismo. No hay programas de mujeres y programas de hombres, no hay temas de mujeres y temas de hombres, es decir, el mundo lo construimos entre todos porque somos más de la mitad de la población. No había ningún sentido en que los intereses, las opiniones, la voz y el papel de las mujeres fuese secundario.

Rosa María Calaf ha trabajado como corresponsal de TVE en China.

¿Era consciente que estaba abriendo brecha?

He sido consciente posteriormente, porque me lo han repetido tanto, de que realmente estaba haciendo cosas de que eran pioneras más de lo que lo era en aquel momento. No había mujeres. En Barcelona era la única reportera de televisión y poco después llegaron más. Quería hacer internacional y me fui a Madrid en el 76. Siempre me he sentido tremendamente privilegiada por tener la suerte de ser pionera desde muy joven, por la familia en que nací, pues me empezaron a enviar a estudiar fuera los veranos y a aprender idiomas. Empecé a viajar mucho. Con 18 años me fui de viaje en autostop por toda Europa. Todo ello era muy raro en aquella España en la que las mujeres, en la que ya si ya todo era oscuro, reprimido y oprimido, imagina las mujeres. Creo que siempre tuve la sensación de estar haciendo algo que la gente no hacía y la responsabilidad, que también se lo debo a mi familia, de que al tener esto era un privilegio y tenía que aprovecharlo. Mi familia me pregunta por qué no paro porque sigo viajando mucho, pero creo que tengo la obligación de compartir. La importancia de la cooperación y colaboración entre las personas y aportar todos a aquello que tenemos para mejorar la sociedad.

¿Qué corresponsalía supuso mayores quebraderos de cabeza?

Sin duda, China. Fue muy complejo y es un país muy difícil. He tenido la suerte de no encontrarme en televisión nadie que quisiera cerrarme el paso frontalmente, así como el enorme privilegio de estar en los lugares donde se estaba produciendo la historia. En Estados Unidos estuve en la época Reagan y reelección de Reagan, de donde sale todo lo que está pasando ahora. Estuve en un momento clave en la Unión Soviética con Gorbachov y en Sudamérica cuando se sale de las dictaduras y vuelven o se instalan democracias, pero empieza al mismo tiempo el neoliberalismo económico con lo que esto significa. Me voy a Rusia cuando empieza Yeltsin, a Italia cuando nace Berlusconi y empiezan a surgir los embriones de populismo y me voy a Asia cuando China despega como potencia geoestratégica y económica. Es muy difícil elegir lo mejor y lo peor. Pero lo más difícil fue China por la diferencia cultural, mucho más diferente que ser corresponsal en Sudamérica o en Italia.

¿Alguna vez le han vetado una información?

No tanto vetado directamente, pero cuando empecé estábamos en dictadura, entonces había muchos temas que no me los vetaban a mí, sino que estaban vetados de por sí. Ahí, intentabas introducirlos de alguna manera, como podías. Hablando del exterior, de Italia con el tema del divorcio para quien quisiera pescar, pescará. Ha habido unas coyunturas históricas, donde me ha tocado estar, en las que había temas que estaban vetados. Lo que más me ocurrió estando ya fuera fue la selección de temas.

«Tenemos un mundo que está tomando decisiones en base a emociones y no en base a opiniones»

 

Es la llamada agenda sitting, ¿cree que es difícil afrontarla?

Es muy complicado porque sacar temas que no están en la agenda…En esta hay que ver quien los pone y a quien le interesa que estén. Pero creo que las herramientas tecnológicas que tenemos ahora y la red, igual que están destrozando en gran parte la posibilidad de realmente hacer buen periodismo porque se impone la prisa, si se utilizan bien permiten todo lo contrario.  Hay que buscar los espacios para hablar de lo que hay que hablar y, al mismo tiempo, estar educando a la ciudadanía. Formar ciudadanos que sepan que tienen que hacer un ejercicio activo para buscar aquello que tienen que saber, no esperar que se lo den porque no se lo van a dar.

¿Estamos ante un público pasivo?

Muy pasivo porque estamos ante un tipo de sociedad que está muy informada, pero sin darse cuenta que es una trampa. Hay que concienciar a la ciudadanía que tienen que ser más activos. Es  importante estar en la red y tenerla, en estos momentos, como prioritaria, pero no caer en la red, sino dominar la red.

Nos encontramos en el círculo vicioso de economía, medios, política, ¿es posible romper este ciclo a día de hoy?

En los convencionales es imposible. La tendencia general es que los medios convencionales están supeditados y son excesivamente promiscuos con los grandes poderes económicos y políticos. Donde hay que pelear esto es en la red y en el presente y futuro formato de la información. Aquí es donde hay que dar realmente la batalla para que gane el rigor, la responsabilidad, la pluralidad, la honestidad y, por supuesto, la independencia. Es complicado esto porque vivir del periodismo de la red es muy difícil. Nunca la transformación del soporte tiene que enmascarar el contenido. La forma de producir nunca puede estar por encima de la calidad de periodismo.

Ha mencionado en otras ocasiones la necesidad de volver a hacer periodismo, ¿cómo se consigue?

Para empezar, sabiendo el periodista que es el buen periodismo, cuál es su objetivo. Pero, el ciudadano también tiene que ser consciente de que es él el que cribe y exija que esa materia informativa que recibe tiene la calidad que ha de tener.

Y teniendo en cuenta que la información es la base de la democracia…

Nuestra libertad como personas, es decir, la capacidad de elegir nuestra vida solo la vamos a tener en base al conocimiento y a la información. Si eso lo devaluamos, estamos poniendo en riesgo la capacidad de decidir nuestra vida y, por tanto, el modelo social que queremos vivir.

Da charlas en colegios, ¿se encuentra a una futura generación con interés informativo?

Una parte sí, pero mucha no porque creo que está muy desorientada. No es un problema de que antes fuésemos más listos y ahora la gente es tonta. No tiene nada que ver con esto. Si el aprendizaje es con unas enseñanzas viciosas va a ser malo, entonces es un contexto general que busca una ciudadanía poco crítica y que consuma productos que no necesita y que compre ideas con técnicas de marketing de la venta de productos. No una sociedad de ciudadanos que piensan y, por tanto, que saben y  deciden, sino una sociedad de consumidores que compran. Esto es a lo que nos estamos enfrentando. La gente tiene unos enemigos en esa búsqueda de sentido crítico, que son muy poderosos y que juegan con una herramienta de control que siempre ha existido, pero que puede ser más eficaz porque tiene una posibilidad de eficiencia mucho mayor al tener un alcance, rapidez y posición mayor. La capacidad de modelar la opinión pública y convertirla en emoción pública es mucho más fácil. Tenemos un mundo que está tomando decisiones en base a emociones y no en base a opiniones. Es muy grave.

 

Rosa María Calaf en la Universidad de Zaragoza.
¿Qué factores influyen en la construcción de emoción pública?

Construye  que haya una base formativa de educación cada vez más precaria y de peor calidad, humanísticamente hablando. Hay mayor conocimiento, pero como seres humanos estamos retrocediendo. Si dejamos que todo el progreso que hacemos sea para poner en el centro de interés el negocio y no las personas, estas pierden. Es el juego de este momento. Si la educación se deteriora; si la información se deteriora, la ciudadanía se deteriora.

Frente a estos poderes, el ciudadano tiene el contexto para afrontar la pregunta que siempre formula: ¿a quién beneficia?

Lo tiene cada vez más difícil porque tiene menos elementos que le conduzcan a esto. Pero ahí está la pelea de tanta gente y ves focos de resistencia.

Siempre habla de un periodismo comprometido, ¿qué significa realmente este periodismo?

El tener claro el objetivo: el servicio a la comunidad. No es servirse de la comunidad, sino servir a la comunidad. La ética periodística tiene que estar por encima de todo porque es un servicio al ciudadano. Entonces, el objetivo final es dar al ciudadano los elementos de conocimiento rigurosos, independientes, honestos y plurales para que tenga una opinión. Volver a la esencia de lo que el periodismo.

Como persona que ha recorrido el mundo, ¿qué acontecimientos ve ahora en el mundo que no ocupan páginas en los medios de comunicación?

El tema del cambio climático tendría que estar en portada todos los días y se tendría que estar haciendo reportajes donde lo ves. Y cómo esto afecta a las personas, de cómo se tienen que ir de sus casa y abandonar todo. No vienen aquí a fastidiar nuestra cultura, sino porque no pueden vivir en esos lugares. Y la culpa de que no puedan vivir ahí la tenemos nosotros en gran medida y, por supuesto, sus dirigentes. Todo lo que está pasando tiene que ver con cómo estamos gestionando el mundo. También el mal uso y reparto de las riquezas y el derecho de las personas.

Contar el contexto.

No los acontecimientos.

 

Entrevista realizada por Sonia Bambó

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