Un título exigente que plasma magníficamente el horror cósmico
Autor: Diego Monzón
Hace apenas 4 años desde que tengo una PlayStation 4, una consola que durante estos últimos tiempos me ha brindado la oportunidad de explorar y encontrar nuevos géneros dentro de los videojuegos, o bien reafirmar mi pasión por alguno ya bien conocido. El videojuego sobre el que voy a escribir sería más bien partícipe del primer caso: un género que ha ganado popularidad y adeptos durante el último lustro y que, a día de hoy, es una de las secciones más fructíferas del mercado de los videojuegos. Hablo de los Action-RPG, y en concreto de la obra maestra de la desarrolladora FromSoftware, Bloodborne.
La primera vez que escuché sobre este título fue poco después de su lanzamiento en 2015 y, a priori, no le presté especial atención. Esto se debe a que en su momento aún no era usuario de PlayStation 4 (consola para la cual es exclusivo) y que por lo poco que sabía de él, intuía que era un videojuego exigente. Lo que más me hacía dudar sobre el título era que sabía que era un juego con un importante componente basado en el terror y la tensión constante. Un año después habiendo comprado una PS4 y encontrando el juego de segunda mano por 20 euros (un tercio del precio original) no me lo pensé tanto y acabé adquiriéndolo.
Tecnicismos
Bloodborne es considerado un Role Playing Game, género dentro de los videojuegos que se caracteriza por basarse en ganar puntos de experiencia con los que puedes mejorar habilidades y equipamiento de tu personaje. En concreto las obras de FromSoftware, como ha explicado numerosas veces Hidetaka Miyazaki, desarrollador jefe de la compañía y genio creador detrás de sus proyectos, están muy centradas en obligar al jugador promedio a estar concentrado y tener una mente analítica en todo momento durante los combates, otro pilar fundamental de Bloodborne. Esto se debe a que son títulos que castigan mucho el no saber cómo jugarlos.
Por ello, sobre todo hace años, estos juegos ganaron fama de ser extremadamente difíciles: no había muchos juegos similares en el mercado antes del primer título de esta saga, Demon´s Souls.
Bloodborne
Con el lanzamiento de Bloodborne los jugadores experimentaron una nueva entrega por parte de FromSoftware en la que debías enfrentarte a retos a priori imposibles, pero que tras un proceso consciente no solo a nivel habilidoso, sino también intelectual y emocional por parte del jugador, lograbas sobreponerte a cada problema. Los juegos de FromSoftware me enseñaron, como a muchos otros, la manera de afrontar un reto en la vida real. Y actualmente el juego vuelve a estar en boca de todos gracias a un reto todavía más duro que se plantean ciertos jugadores: pasarse el juego sin recibir ningún golpe, como hizo el streamer ChusoMMontero con Dark Souls.
Mi experiencia
Pero esto solo lo aprendí como conclusión, porque lo que no he comentado hasta ahora es que con este juego tardé tres largos años en finiquitarlo debido a numerosos bloqueos mentales. Escuchando a otros jugadores durante estos años he aprendido que los motivos por los que no lograba pasarme el juego no eran los típicos: la mayoría de mis amigos comentaban que sus mayores problemas se encontraban en la habilidad para saber esquivar y contraatacar a los enemigos; algo que a mí nunca me costó particularmente. En mi caso, siempre fue el terror y la tensión que me profesaba la ambientación del juego, lo cual no me impedía apreciarla.
Bloodborne se desarrolla dentro de una ciudad de pesadilla, la cual visualmente nos recuerda mucho a la época victoriana inglesa. Una enfermedad transmitida por la sangre convierte a sus habitantes en bestias y tú, un extranjero, llegas en un momento donde la urbe apenas la habita nadie cuerdo. Tu cometido será intentar arreglar las consecuencias de esta plaga y descubrir la perturbadora verdad que se esconde detrás de los sucesos. Su historia unida a una precisa implementación de la esencia característica del horror cósmico del escritor H.P. Lovecraft le dan un marcado tono terrorífico a la obra.
Gracias, Ibón
Terror que durante tres años consiguió que avanzar en la historia del videojuego se convirtiera en un esfuerzo importante tanto a nivel físico como mental: a cada enemigo que derrotaba mi tensión aumentaba. Como anécdota, hubo un instante en el que ni siquiera podía flexionar mis dedos. No fue hasta después de año y medio de estancamiento total que un amigo mío decidió jugarlo en sus vacaciones de navidad y eso me sirvió como motivación para, finalmente, terminarlo.
Mi experiencia con Bloodborne no ha sido la típica, eso sin duda. No me bloqueé por la dificultad y he experimentado sensaciones que me ayudan con los retos del día a día. Sin duda, terminar el juego ha sido toda una superación.
Imágenes tomada del videojuego Bloodborne (2015). FromSoftware.