Texto: Diego Montanel. Fotografía: César Salazar/El Mostrador
Esta pandemia ha sobrepasado la capacidad física y mental de buena parte de la población. Uno de los sectores que menos atención ha recibido ha sido el de los cuidadores de personas con dependencia o con discapacidad. Eva Beltrán ha reconocido la dureza de cuidar estos meses de su hijo de 4 años con discapacidad: “Me he sentido desbordada porque ves que no puedes darle a tu hijo lo que necesita y acabas frustrada”.
Ante el cierre de colegios durante más de medio año, Beltrán ha reconocido que “lo más difícil es compaginar el papel de madre, fisio, logopeda y tutor” y ha añadido: “No te sientes bien porque no haces exactamente lo que tu hijo necesita; te sientes frustrada y cansada, física y mentalmente”. “A las personas cuidadoras no nos ha venido bien este encierro”, ha señalado.
Eva Beltrán ha destacado, además, la soledad con la que se ha enfrentado a esta pandemia durante los meses más duros de la epidemia: “No hemos tenido ayuda de fuera del núcleo conviviente”. Además, numerosas de las terapias y asistencias se han suspendido como consecuencia del virus, con el impacto que conlleva.
El caso de Eva Beltrán no es único. Esmeralda Badal tiene dos hijas, de 17 y 20 años, ambas con una discapacidad de casi el 90%, fruto de una enfermedad neurodegenerativa. “El trabajo físico que conlleva es enorme. Al final te sobrepasa”, ha resaltado. Además, ha añadido: “Estamos solos mi marido y yo, como el resto del año, porque los hijos con discapacidad son para los padres”. “Sentirnos solos es el día a día -ha añadido Beltrán-, aunque mi marido se puede organizar el horario para ayudarme por las mañanas”.
Baldal ha destacado que acabó “cansada, porque no puedes ir al fisio con tus contracturas y dolores”, pero “tampoco ninguna de mis hijas hasta el 4 de mayo”, lo que hizo más duro físicamente el confinamiento. Ha alabado, también, el papel de la profesora de su hija mayor, puesto que “mandaba una actividad cada día y estaba ahí”.
Pero también hay casos de ancianos que han acusado el cuidado de personas dependientes estos meses. Manuel Binaburo, con 87 años, cuida a su mujer, con 84 años y con una discapacidad física. “Me he sentido desbordado, me han absorbido los cuidados, y además tuve que hacerlo todo prácticamente solo”, ha aseverado Binaburo. Además, su propia mujer ha confesado que “ahora Manuel casi está peor” que ella misma: “Ha sufrido un bajón anímico enorme”.
LOS MÉDICOS ADVIERTEN DEL RIESGO DE LA “FATIGA PANDÉMICA”
Fernando Gasca, médico de familia, también ha reconocido que “antes de la pandemia, se podía estar más encima de los cuidadores”, pero que “con la dinámica de los centros de salud, ese seguimiento no se ha podido hacer con la misma calidad”. “Ahora se está acuñando un nuevo término médico: fatiga pandémica”, ha sostenido, que hace referencia a la apatía, el decaimiento y otras secuelas que puede provocar la pandemia en toda la población, pero haciendo énfasis en las dificultades de los cuidadores.