Los grupos musicales emergentes en Zaragoza califican como “insuficientes” las ayudas prestadas por el Ayuntamiento y afirman que las salas de conciertos cada vez ponen más inconvenientes para poder tocar en ellas. Pero el origen de todo ello puede residir en que el público ya no muestra tanto interés por este tipo de eventos.
ALICIA SÁNCHEZ
Sala equipada de El Túnel
Arpegios infinitos, dedos que rasgan cuerdas, que pulsan teclas, que golpean, que gritan, que lloran. Notas que bailan libres, que se separan, que se acercan, que se rozan, que se mueven al compás de la musa por excelencia: la música. Un concepto que despierta emociones, una fuerza dispersa que tantas veces da vida, pero que también roba sueños. Son muchos los que sucumben a esta musa caprichosa, pero pocos los que consiguen entregarse en cuerpo y alma a ella. El camino es largo y, a menudo, la unión es el ingrediente necesario para sobreponerse a la travesía. En Zaragoza se estima que unos 500 grupos musicales han comenzado esta andadura y han pasado a calificarse como emergentes, pero la realidad es que muchos de ellos deben dejar a un lado su pasión debido a las pocas ayudas que reciben por parte del Ayuntamiento, las nuevas políticas de algunas salas de conciertos o la escasa publicidad con la que cuentan.
Capitán, antes denominado Horas Perdidas, es un grupo zaragozano con ocho años de experiencia y una gran cantidad de conciertos a su espalda. Este grupo pop se proclamó en 2011 ganador del Popyrock –un concurso organizado anualmente por el Servicio de Voluntariado y Juventud del Ayuntamiento de Zaragoza– y como recompensa obtuvo un cheque valorado en 500€ para gastar en material musical, además de la financiación de uno de sus discos. Sin embargo, a día de hoy, Javier Torres, su cantante, asegura no creer en las subvenciones. “Si se creara un circuito donde todo el mundo pudiera participar, donde todo el mundo tuviera la opción de tocar, la opción de acceder a unos escenarios, quizás no haría falta el hacer concursos y dar subvenciones”, reivindica el vocalista. Además, considera que,una de las muchas dificultades que vive la música joven actualmente reside en el Artículo 25 de la Ley de Espectáculos Públicos y Actividades Recreativas, mediante la cual se prohíbe el acceso de menores a salas de conciertos en las que se venda o se facilite el consumo de bebidas alcohólicas. Pero también los cambios en la política de estos espacios representan un obstáculo para los grupos emergentes.“Ahora casi todos los locales te piden o un alquiler del sitio en el que tocas o te piden poner entrada y se quedan con un porcentaje, hace unos años si ponías precio a la entrada el beneficio era integro para ti. Ahora no sacamos beneficio ni el grupo ni la sala”, comenta Torres.
Igual que Capitán, son muchos los grupos musicales jóvenes que consideran desproporcionado el precio de alquiler de espacios para ensayar, los que ven muchas trabas a la hora de tocar en locales de conciertos e incluso los que afirman que algunas ayudas de la DGA, como la grabación de un disco, exigen muchos requisitos que, en ocasiones, son imposibles de conseguir. Algunos de ellos, comoError 404, llegan a afirmar que “la música joven en Zaragoza y, en general, en toda España, está viviendo una verdadera crisis”.
Javier Torres, vocalista de Capitán, en concierto
Desde la asociación ‘Zaragoza Cultural’ del Ayuntamiento son conscientes de las dificultades que viven los grupos jóvenes al dar sus primeros pasos tanto dentro como fuera del escenario, y por ello intentan integrarlos en la programación de distintos eventos. Entre ellos destacan los ciclos musicales de Las Armas o el Ambar Z Music Festival, al que el Ayuntamiento destina un presupuesto de 100.000€ anuales. Este festival tiene lugar durante las fiestas del Pilar desde el año 2011 y consta, por un lado, de un concurso de grupos emergentes locales, y, por otro, de programaciones hechas con colectivos culturales, asociaciones, promotoras de conciertos, etc. “Lo que hemos hecho en este programa es poner a los grupos locales con algún otro grupo nacional si es un ciclo, o con un grupo internacional, de forma que accedan a una mayor audiencia y la gente que vaya a ver a esos grupos descubra otros grupos de la ciudad”, explica Víctor Domeque, Técnico de Zaragoza Cultural.
También desde el Ayuntamiento se impulsa el centro de actividades El Túnel, actualmente el único que posee las infraestructuras necesarias para que tanto conjuntos musicales como solitas puedan ensayar. Este centro está compuesto por 13 salas, algunas de ellas equipadas con baterías, amplificadores para guitarras y bajos, mesa de mezclas y equipo de microfonía; otras semiequipadas, diseñadas específicamente para bandas de rap y solistas, y otras que son las denominadas salas libres, unas salas que se alquilan de forma mensual, ya que están vacías y es el propio grupo el que debe llevar sus materiales.
Los costes de alquiler de las salas son reducidos, pero uno de los problemas con los que se encuentran las bandas es la “poca disponibilidad de horarios y la estricta hora de cierre”, tal y como apuntan los trabajadores del centro.
Aunque Zaragoza es la ciudad española donde más baratos son los conciertos (según la Sociedad General de Autores), en esta legislatura se prevé aumentar el apoyo a toda la cultura de base y, en concreto, a los grupos musicales emergentes. Una de las medidas que ya se han impuesto es la de reservar un número de entradas gratis para menores de 21 años en algunos conciertos de Las Armas, pero el problema, según músicos, salas y el personal del Ayuntamiento, es que la gente joven ya no acude a este tipo de eventos. Una causa de ello, apunta Víctor Domeque, podría ser la falta de visibilidad de estos grupos en los medios de comunicación aragoneses y, fundamentalmente, en la televisión autonómica.
En este sentido, las redes sociales se han convertido en un factor importante y efectivo a la hora de anunciar conciertos, eventos y festivales, sin embargo esto no es suficiente, pues su target es limitado. Por otra parte, y aunque la radio musical no esté pasando por sus mejores momentos, los grupos musicales zaragozanos destacan la labor de Aragón Radio y su programa Comunidad Sonora, una plataforma de difusión de grupos emergentes aragoneses presentada y dirigida por Alberto Guardiola. “Es una lástima que en determinadas emisoras o medios prácticamente solo se hable de Amaral o de Bunbury y se deje de dar voz a los nuevos grupos que están surgiendo en Aragón, más allá de esas vacas sagradas de la música hay artistas súper completos y muy profesionales que no se les está dando protagonismo para nada”, comenta Guardiola. Pero la televisión autonómica sigue siendo el servicio público que menos cobertura da a este tipo de formatos debido a las bajas cuotas de audiencia que han tenido en años anteriores. En palabras de Guardiola: “Aunque una banda pueda desenvolverse muy bien sobre el escenario luego en una entrevista quizás no da el juego que puede dar un artista con más horas de vuelo, pero yo creo que se debería cuidar más a los grupos que están empezando que necesitan un apoyo y un empujón en un mundo muy complicado y con muchas opciones”.
La ilusión siempre será uno de los componentes de la música y, aunque ningún comienzo es fácil, en este caso, quizás lo más difícil sea, como dijo Sabina, dejar que “el escenario nos tiña las canas”. Pero pese a ello, la mejor recompensa que puede tener cualquier artista siempre será público entregado que coree sus canciones, que llore con sus despedidas o que baile sus estribillos, que se deje seducir por el sincopado de sus acordes o por las notas rasgadas de una guitarra. Y la solución a ese problema está en nuestras manos.