Fernando Gomollón Bel estudió Química en Zaragoza, hizo un máster en París y, más tarde, se doctoró en Química Orgánica por la Universidad de Zaragoza. Apasionado de la ciencia, asegura que comenzó a divulgar casi por casualidad. Con 29 años y casi 4000 seguidores en Twitter, ha conseguido que el público se interese por la ciencia gracias a las entretenidas historias que divulga en prensa, radio, televisión y redes sociales.
Este joven divulgador aragonés es uno de los muchos científicos que dejó atrás los laboratorios para probar suerte en el campo de la comunicación. Trabajó en una oficina de prensa del Instituto Catalán de Investigación Química, en Tarragona, como comunicador científico y, hace diez meses, encontró un trabajo en Cambridge, en un proyecto europeo llamado Graphene Flagship, sobre las propiedades únicas del grafeno.
P. ¿En qué consiste tu trabajo en Cambridge?
R. Mi puesto se llama “coordinador de prensa y comunicación”. Lo que hago la mayor parte del tiempo es “traducir”, convertir artículos científicos en notas de prensa y en historias atractivas para los medios de comunicación, para que se interesen por el proyecto y se dé a conocer. También, mucha parte del trabajo es relaciones públicas, conocer a los periodistas importantes, llevarte bien con ellos, para que cuando tú les llames y les digas “tenemos una historia súper chula, nos interesa que venga la BBC”, pues que la BBC venga. Y luego también al revés. Una vez que el periodista nos conoce y sabe que somos un referente, en este caso en cuanto a grafeno y en cuanto a electrónica y nuevos materiales, cuando llegue una historia sobre ese tema, confiamos en que nos busquen como expertos.
P. Utilizas mucho Twitter, ¿crees que es la herramienta más fácil para divulgar?
R. No. Me voy a echar piedras sobre mi propio tejado, pero no. Más que nada porque hay millones de herramientas y millones de estrategias, y todo depende del público que quieras alcanzar. Por ejemplo, en Twitter, entre los seguidores que tengo y la gente que me ve pues muchos ya están convencidos. Decirles a divulgadores de ciencia que la homeopatía es mala, pues eso ya lo saben ellos porque están divulgando sobre lo mismo. Sí que es verdad que a veces he hecho experimentos de hilos de Twitter sobre química o cosas así y he visto que han tenido mucho impacto, muchas visualizaciones. Entiendo que esas visualizaciones han llegado a gente que no sabe de qué va la ciencia.
P. Entonces, ¿cuál crees que es la mejor herramienta para divulgar?
R. Yo creo que no hay una herramienta. La televisión llega a un público que, probablemente, sea gente un poco más mayor. Los adolescentes no están viendo la tele un domingo por la tarde. Y lo mismo con Twitter, igual llega a gente entre veinte y treinta que les interesa la ciencia, pero si no estás interesado en ciencia o no entras en ese rango de edad, igual ya no. Entonces bueno, herramienta perfecta yo creo que no hay. Tienes que pensar mucho el público que quieres, si estás en un proyecto muy grande tendrás que elegir varias herramientas en lugar de una para intentar llegar al máximo público posible. No hay una herramienta perfecta, siempre te vas a dejar a gente fuera. De las que he probado hasta ahora, mi favorita es la radio, porque la radio te pilla por sorpresa, te pilla en el coche, te pilla cocinando… Y de pronto sale un tipo y te habla de ciencia. La radio como gancho todavía, aunque sea uno de los medios más antiguos que tenemos, es una de las cosas más chulas, porque pilla a gente muy desprevenida, no se esperan que vaya a haber gente hablando de ciencia.
Actualmente, Fernando escribe para la revista Principia y es co-presentador del programa televisivo En ruta con la ciencia, donde tiene una sección, “El laboratorio”, en la que explica desde cómo hacer nieve artificial hasta cómo se forma un rayo o por qué nos mareamos. Le gusta explicar curiosidades científicas sobre todo lo que nos rodea, pero nunca nos hemos cuestionado: “Basta mirar a nuestro alrededor: una verja, por ejemplo, tendrá una pintura con un montón de química detrás, para que no se oxide, para que no hagan pis los perros encima, para que se mantenga negra y no se destiña con el tiempo… Nada es tan fácil como “cojo aceite y carbón y pinto negro”. O, por ejemplo, ahora mismo estoy sujetando el móvil para hablar contigo. Y la pantalla no se llena de grasa porque lleva capa oleofóbica que le han puesto los fabricantes para que no se quede el dedo marcado. Hay millones de historias científicas tras los objetos cotidianos, y me encanta poder explicarlas”. “La ciencia tiene que estar en periódicos, en radio, en YouTube, te la tienes que encontrar en las noticias. Si no, sólo sabrán de ciencia los aficionados que se compran cada mes National Geographic. Y no puede ser, porque la ciencia está por todos lados”, añade.
P. ¿Un periodista puede comunicar ciencia o lo tiene que hacer un científico?
R. Yo creo que un periodista puede hacerlo. Los periodistas y los científicos tienen en común la cosa más importante que es que tienen que contar la verdad y tienen que contrastar sus fuentes e investigar qué está pasando. El periodismo de investigación es lo mismo que la ciencia, tienes que escudriñar papeles, tienes que buscar quién dijo qué, cuándo lo dijo, por qué. Un perfil de periodista es perfectamente válido para que haga periodismo científico. De hecho, creo que tienen que ser equipos mixtos, y yo, ahora mismo, una de las personas con las que mejor trabajo es una periodista, cuando nos ponemos a trabajar juntos es mucho mejor. Yo no sé cómo hacer bien una nota de prensa o fórmulas que sean más atractivas o más fáciles de leer. Tienes que buscar más los puntos en común que lo que nos separa y eso es clave para que haya colaboración y para que funcione el periodismo científico.
P. ¿Crees que en Cambridge hay más oportunidades que aquí para divulgar ciencia?
R. En Inglaterra el tema de la comunicación científica está mucho más mimado y mucho más cuidado que lo que está en estos momentos en España, pese a que ha habido bastante boom en los últimos años. Tienen metido en su cerebro que la ciencia la tiene que entender la gente. Hooke trabajaba en la Royal Society y ya daba charlas sobre sus descubrimientos en el siglo XVII. Y a principios del XIX hacían la Christmas Lecture cada Navidad y Michael Faraday, el mejor científico de todos los tiempos, daba una charla divulgativa a la gente de Londres, a gente de todas las clases sociales y de todo tipo. Que no digo que no haya buena ciencia en España, pero es simplemente que la sociedad ha crecido aquí alrededor de la ciencia y es algo muy normal.
Raquel Plou Tello