Una publicación de Silvia Rived y Clara Marín –
La Buena Estrella es uno de los numerosos programas culturales que se ha visto afectado por las restricciones. Este pasado viernes ha tenido lugar la sesión número 193 de este ciclo de coloquios organizado por el Vicerrectorado de Cultura y Proyección Social de la Universidad de Zaragoza moderado por el escritor Luis Alegre. Esta sesión no solo ha estado protagonizada por una de las actrices con mayor renombre de Aragón, Itziar Miranda, sino que además ha inaugurado una nueva etapa, llena de tecnología, digitalización y más accesibilidad que nunca. Un coloquio en directo a través de Facebook y YouTube que ha sido seguido incluso en Bélgica, como alguno de los comentarios del chat indican.
El público virtual es nuevo en este coloquio, pero no la invitada. En su primera intervención, durante la época de “Yo confieso” presentó su primera película: Nada en la Nevera. Sin embargo, entre risas recuerdan como la protagonista ese día fue su abuela. Es entre recuerdos como invitada y coordinador, amigos entre sí, comentan vivencias en común y retroceden hasta la infancia de Itziar. Procedente de una familia comprometida con la cultura, la actriz zaragozana, vivió en Estadilla desde los cinco hasta los diecisiete años, en una casa que solían llamar “la mansión Godoy”. Música, cine y personalidades del mundo de la cultura frecuentaban el domicilio donde poco a poco las raíces de Itziar se iban impregnando del dramatismo que le permitió volver al teatro del que su misma madre le expulsó por “ataques de risa”. Una niña risueña con un padre que, según ella, “necesitaba una excusa para darme un beso”, pero cuyas constantes referencias al escritor Ciorán la convirtieron en la mujer optimista que es hoy.
La vocación de actriz llegó finalmente en Barbastro, al acudir a una charla de Fernando Fernán Gómez. Supo en ese momento que ella quería hacer lo mismo que ese importante referente. Ya no había vuelta atrás. Sus padres accedieron a cumplir los sueños de Itziar, enviándola a Madrid, concretamente a una residencia de monjas. No eran creyentes y pidieron que su hija tuviera mayor libertad. Finalmente tuvo que marcharse.
Mientras tanto, los castings suponían una actividad habitual en la vida de Itziar. Realizó numerosos trabajos, pero sin duda, el papel de Manolita en Amar en tiempos revueltos marcó su carrera. Quién iba a decirle que el único papel para el que no realizó casting la convertiría en la cita obligatoria de miles de familias durante quince años. Quince años que comenzaron con la idea de una serie de 80 capítulos. Las productoras Zeppelin y Diagonal, creadoras de la serie, habían realizado previamente un casting con la actriz y no necesitaron más pruebas para otorgarle el papel de Manolita Sanabria. Desde entonces, han pasado 3.500 días en los que la actriz ha sobrepasado la pantalla y ha conseguido entrar en la casa de los españoles. Incluso ha traspasado fronteras al conseguir que espectadores de todo el mundo aprendan castellano con la serie.
“Manolita ha sido el regalo de mi vida”, le ha confesado a Luis Alegre Itziar, poco antes de recordar cómo Manolita también fue el regalo, y la única compañía, de cientos de personas durante la cuarentena. Testimonios que llegan al corazón al mismo tiempo que lo rompen, generaciones marcadas por Amar es para siempre y vidas enteras de espectadores con Alzheimer que únicamente logran recordar al encender el televisor y verla a ella cada tarde. Algo que no quiere dejar de hacer. Hasta el punto de que ha reconocido que, para ella, envejecer con Manolita sería un placer, porque Manolita también es para siempre.
Sin embargo, su labor con la sociedad no acaba ahí. Itziar y su hermano, Juan Miranda, crearon la Colección Miranda de la editorial Edelvives. Un conjunto de cuentos infantiles que surgieron como necesidad de dejar un legado a sus hijos y generaciones venideras del reconocimiento de mujeres que han hecho historia, pero que esta misma se encargó de borrar. Hildegarda es el nuevo título, un nombre desconocido para la mayoría, sin importar la edad de quien lo lea. Esa es precisamente la magia de sus cuentos, descubrir toda la familia a la vez; niños, padres y abuelos.
A pesar de su gran éxito nacional e internacional, Itziar no se olvida de su tierra. La actriz dice orgullosa: “Soy aragonesa, y soy muy aragonesa”. Afirmación que acompañan sus actos, ya que vuelve a casa siempre que tiene la oportunidad. Lo demostró en un episodio muy especial del programa de Aragón TV Sin cobertura, grabado en Estadilla. También al protagonizar la primera serie de ficción dirigida por la cadena autonómica, El Último Show, en la que estuvo rodeada de otros talentos aragoneses.
Romper fronteras, unir personas y acercar corazones. Acciones que nunca dejarán de ser necesarias, más aún en los tiempos que corren. La Buena Estrella ha comenzado etapa con una buena actriz y, sobre todo, con una buena persona. Porque como el mismo nombre indica: amar es para siempre y, por ello, Itziar Miranda estará para siempre en el corazón de todos los españoles.
