El nuevo drama del húngaro Kornél Mundruczó ilustra el panorama desolador que la muerte de un bebé recién nacido deja en su madre y en aquellos que la rodean. La interpretación de Vanessa Kirby penetra como un jarro de agua fría que traslada el sufrimiento de la protagonista al público.
Martha y Sean son una feliz pareja de Boston. Ella está embarazada y ambos acuerdan tener un parto casero. Cuando llega el momento, todo se complica: tras unos fugaces segundos de vida, pierden a su hija. La película refleja el trauma que esta muerte deja en Martha y su camino hacia la sanación.
Vanessa Kirby (The Crown, Me before you), nominada al Oscar por este papel, interpreta a una mujer devastada que poco a poco se aísla de todo. La frialdad se plasma en el azul de sus ojos, que lanzan miradas hieráticas. Sus gestos también muestran este distanciamiento de la gente que la rodea, como su marido, su madre o su hermana. Su actuación permite que el público empatice con su personaje, que sienta su dolor durante el parto o su desolación tras la muerte de su bebé.
Los personajes secundarios consiguen completar la paleta de identidades que la cinta trata de exponer. Shia LaBeouf (Transformers) encarna al marido de la pareja. Preocupado por la burbuja que va envolviendo a Martha, trata de recuperarla mientras lidia con su propio sufrimiento. Su aura se va oscureciendo conforme avanza el filme y el espectador descubre su verdadera naturaleza –cómo pierde el temperamento, dónde radica su lealtad–. Ellen Burstyn (Requiem for a dream) es la madre, de esencia estricta y dominante. Su carácter choca radicalmente con el de su hija, lo que da lugar a discusiones continuas y todavía ensancha más el espacio que las separa.
Kornél Mundruczó juega principalmente con dos metáforas. A medida que Martha avanza en su vía crucis, el director intercala este recorrido con planos de un puente en construcción. Así consigue vincular la curación interior y personal de la protagonista con la cimentación de la estructura arquitectónica. La manzana, por su parte, también tiene especial relevancia. El público ve cómo Martha trata a esta fruta: las huele antes de comprarlas, las come a menudo, las intenta germinar. Es solo hacia el final de la película cuando se entiende la razón por la que lo hace y es el último plano el que acaba de darle sentido a todo.
Los planos acompañan a Martha igualmente durante el proceso, entremezclando la decoración y la iluminación para reflejar el mundo interior de la protagonista. Si su relación con Sean cae en picado, la casa presenta desorden y suciedad. Si pelea con su madre –por asuntos como la lápida de la niña o qué hacer con su cuerpo–, las plantas que decoran su cocina se marchitan. Si busca perdonar –tanto a la matrona, que pudo cometer negligencia o no, como a ella misma–, el rojo del cuarto oscuro revelará más que una foto.
La música parte de la batuta de Howard Shore, conocido por componer las partituras de El silencio de los corderos o El señor de los anillos. Sus compases en temas como “Ruina y memoria”, “Maternidad” o “Familia” manifiestan los sentimientos de los personajes en esos momentos concretos. La angustia durante el parto, la quiebra posterior o los dilemas que siguen a esta.
Fragmentos de una mujer muestra las piezas en las que se rompe Martha después de perder a su hija recién nacida. La actuación de Vanessa Kirby baila con el dolor y el desconsuelo pero también con la cura y la expiación. El excepcional enfoque de Mundruczó, combinado con el pentagrama de Shore, permite que el espectador se adentre en el viaje interior de la protagonista y sienta esa pérdida como la suya propia.
FICHA TÉCNICA
Título: Pieces of a woman (Fragmentos de una mujer)
Dirección: Kornél Mundruczó
Actores principales: Vanessa Kirby, Shia LaBeouf, Ellen Burstyn, Molly Parker
Duración: 126 min
Exhibición: Netflix
País de producción: Canadá
Premios: Copa Volpi del Festival de Cine de Venecia a Mejor actriz
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Autora: Andrea Aragón (Twitter: @andrearagonre15)
Editora: Elena Álvarez
Redactora jefe: Elena Álvarez
