Entrevista realizada por Alodia Latorre
El ‘sinhogarismo’ es el eslabón más visible de la vulneración del derecho a la vivienda reconocido en la Constitución Española. En España, alrededor de 30.000 personas viven y pernoctan a la intemperie a causa de una ruptura de lazos familiares, laborales o sociales. La Fundación Federico Ozanam mediante un convenio con el Ayuntamiento de Zaragoza creó en 2006 el programa de Atención Social en Situaciones de Infravivienda-Chabolismo, cuyo objetivo es la prevención, detección e intervención social de las personas sin techo en la ciudad de Zaragoza.
Los asentamientos chabolistas siguen formando parte del paisaje de Zaragoza. Los hay que viven en edificios en ruinas y los que construyen sus pequeñas viviendas. Hablamos con Yolanda Pasamar sobre un tema tan desconocido como controvertido, tan urgente como olvidado. Yolanda es trabajadora social en la fundación y lleva trabajando quince años en este proyecto. Quince años de dedicación a las personas. Su labor junto con la del resto de trabajadores sociales es fundamental.
Tendemos a simplificar el problema de la gente que está en la calle, como si fuera una decisión libre y personal y no un fracaso del sistema de protección. ¿A qué se debe? ¿La gente está en la calle porque quiere o porque no tiene otra alternativa?
Es el eterno debate político e ideológico que siempre les rodea. En la calle viven personas que han pasado de la zona de vulnerabilidad (fragilidad, escaso soporte familiar y social, trabajo inseguro) a la zona de marginación, aislamiento social y pobreza extrema. Y en ese salto hay factores estructurales y personales, pero no me cabe ninguna duda de que el peso de la carga recae en determinadas formas de hacer o no hacer, en definitiva, de las políticas públicas. Creo que los factores exclusógenos determinantes son la dualización general que cada vez se acentúa con más fuerza en las sociedades tecnológicamente avanzadas o formas de gobierno como el neoliberalismo desregulador. La criminalización de “los que sobran” acompañada de asistencia graciable resulta más fácil que un acoso y derribo desde las bases de los sistemas políticos.
¿Qué recursos existen en Zaragoza para personas sin hogar?
Tenemos que partir de la base de que las personas que viven en la calle no han perdido la condición de ciudadanía, por lo tanto, tienen los mismos derechos que los que tienen domicilio. Por lo que los requisitos de acceso son los mismos como, por ejemplo, estar empadronados. Y aunque es cierto que las personas sin hogar no suelen tener una relación constante con los Servicios Sociales, en Zaragoza los recursos son públicos y privados. El albergue municipal, el centro social San Antonio o el refugio son algunos de ellos. Además de las instituciones de Cáritas, Cruz Roja o el Ayuntamiento de Zaragoza.
¿Cuál es la labor de la Fundación Federico Ozanam al intervenir con personas sin hogar?
Desde los departamentos de formación y socio-laboral elaboramos planes de actuación para la formación en oficios y el apoyo y seguimiento psicosocial con la finalidad de capacitar a las personas para volver a la zona de integración.
Actualmente, ¿Cuántas personas viven en la calle en Zaragoza bajo la intervención social de la fundación?
El recuento de las personas que viven en la calle se realiza al finalizar el año. De 2020, la cifra de personas que conocemos que vivían en la calle y además, se habían construido un pequeño habitáculo para dormir es de 129. También sabemos que había un mayor porcentaje de hombres (66%) que de mujeres. En cuanto a su nacionalidad, 69 eran ciudadanos de la Unión Europea, 37 españoles, 22 extranjeros y un nacionalizado.
El famoso #Quedateencasa, ¿cómo lo gestiona una persona que carece de ella?
Resulta curioso la verdad, suena bastante irónico. Sin embargo, han procurado no moverse ni hacer mucho ruido. No buscaban chatarra, tampoco podían pedir en las calles porque no había gente… Han tenido que gestionar la miseria como han podido.
¿Qué nuevas actuaciones se han llevado a cabo para gestionar la situación sanitaria y psicosocial de las personas sin hogar en la pandemia?
Se creó un albergue en tiempo record en el pabellón de Tenerías que fue gestionado desde el Ayuntamiento para el cobijo de personas sin hogar. Las personas que pudieron alojarse valoraron la experiencia de manera muy positiva. Cabe destacar que en todo momento hubo bastante colaboración entre el sector público y los patrocinadores privados; un buen hacer de los trabajadores y técnicos del servicio junto con los voluntarios y sobre todo, el respeto y el cuidado de los usuarios.
El proyecto ‘Chabolismo’ lleva 15 años en funcionamiento. ¿Qué evolución y qué cambios ha habido en todo este tiempo con una crisis como la de 2008 y una pandemia en 2020-2021?
En primer lugar, resaltar que las personas que viven en la calle presentan perfiles totalmente diferentes a las del 2003-2004. Durante los primeros años, la población únicamente era de etnia gitana autóctona y portuguesa, clanes familiares con recorrido chabolista procedentes de las graveras y del desmantelamiento de la Quinta Julieta en el barrio de La Paz. Estaban fuera incluso de los grupos de iguales que habían alcanzado un nivel de “normalización” mucho más acentuado. En la actualidad, es raro encontrar a una familia o incluso a una persona de etnia gitana en los asentamientos.
En cuanto a cómo se han visto afectados por la crisis actual o por la del 2008 es preciso decir que estas personas siempre han estado en crisis. Pero es cierto que cada vez les cuesta más ganarse la vida: hay más gente dedicada a la chatarra, las citas en los organismos oficiales no son presenciales y no tienen recursos para hacerlo de manera telemática… Y también les cuesta no desligarse de los recorridos de inserción que en algún momento habían comenzado. Por ejemplo: las clases de español.
La reacción ciudadana ante la gente en la calle puede ser muy variada, e ir desde el desprecio a los cuidados. ¿Qué es lo que más te sorprende a ti?
Los avisos, quejas o sugerencias ciudadanas o emitidas por organismos oficiales como por ejemplo Policía Local que nos llegan a la oficina son de todo tipo. Por un lado, están aquellas que desde la preocupación se interesan por el devenir de las personas que se encuentran en la situación de sinhogarismo: “Había una persona indigente pernoctando y tenía frío”. Y por otra parte, están los que creen que únicamente son ellos los causantes de la situación. Sólo ven causas individuales y están afectados por las molestias que les provoca su presencia en su entorno: “Si no quiere ir al albergue que se vaya a otra zona de la ciudad, que ya está bien de aguantar sus olores”.