Autor: Jesús R. Aina
El youtuber Tamayo empezó a ser su propio jefe gracias a YouTube, donde enseguida pudo vivir de sus reportajes.
Doce y media de la mañana. Un frío gélido que hiela los huesos. En el exterior del Palacio de Congresos de Huesca ni un alma. El vaivén de periodistas tendrá lugar por la tarde. En su interior poco movimiento. Las butacas del salón de actos, vacías. En el escenario un par de sillas altas y unos elementos decorativos del XXII Congreso de Periodismo en Huesca. En uno de los asientos estaba Tamayo con su inseparable gorra roja, relajado y alegre. Un par de micrófonos por aquí, un par de cámaras por allá. Un saludo y comienza nuestra agradable y cálida charla.
¿Qué te parece Huesca? «Huesca como tal, del Congreso al hotel, me ha gustado. No he visto nada espectacular. Aunque me han dicho que aquí está el Burger King de una planta más grande de España». Una parada más que añadí a la ruta turística por la capital altoaragonesa.
Carles Tamayo tiene 26 años. Algunos dirán que es periodista, aunque él tiene sus razones para describirse como youtuber. «Yo no me presento como periodista para no empezar debates absurdos —afirma tajante—. Ya te digo yo que no soy periodista». También esgrime datos oficiales del Centro de Investigaciones Sociológicas, que muestran que el periodismo es uno de los oficios peor valorados por los españoles. Tamayo, cuyo canal en Youtube tiene más de 385.000 suscriptores, lo tiene claro: él quiere que se hable del contenido de sus reportajes.
¿Y qué temas trata en sus reportajes? En los más conocidos se infiltra en sectas, desmonta estafas piramidales o expone a vendehúmos; aunque también dispone de vídeos con temáticas muy variadas.
¿Qué es lo que te mueve a la hora de seleccionar el tema para tus vídeos? ¿El morbo, la novedad? «El único criterio heavy que sigo antes de tratar un tema es si han hablado de ello los medios de comunicación tradicionales o no. Quiero aportar algo diferente. Cuando empecé a buscar información sobre la Iglesia Palmariana vi que siempre se hablaba en tercera persona. Había gente que decía que había una secta, y yo pensaba: “¿Por qué no van y les preguntan a ellos? ¿Por qué no veo a alguien de dentro de la Iglesia Palmariana contándome cómo es su vida, cómo condiciona su realidad, o demostrando que su teoría es real?”».
Y allí que fue. Buscando aportar una perspectiva diferente, se infiltró en la Iglesia Palmariana. Para los palmarianos Tamayo se presenta como Pere, un joven que no encuentra su sitio en el mundo y decide ingresar en su Iglesia. Así pues, este alter ego se convierte en el protagonista del relato. Utilizando la narración en primera persona y aprovechando las cualidades del «formato youtuber», que es «más dinámico y acelerado» que el de los medios de comunicación tradicionales; se ganó a la audiencia. El conjunto de reportajes sobre esta secta acumula más de cinco millones de visitas.
Entrar en una secta y exponer sus intimidades no iba a ser un camino de rosas. Dejando a un lado las adversidades a las que se tuvo que enfrentar durante su estancia en el Palmar de Troya, tras la publicación del reportaje percibió numerosas amenazas.
¿Cómo te enfrentas legalmente a todas las amenazas? «Los reportajes que publico están revisados por expertos. Por ejemplo, el guión se lo envío antes a varios abogados y es frase por frase lo que digo en los vídeos. Incluso respeto todas las comas. A nivel legal me lo miro mucho. Nadie me ha denunciado a día de hoy, pero amenazas de denuncia, todo el mundo. Yo creo que si alguien te va a denunciar no te avisa, te enteras cuando te llega la denuncia».
¿Te asusta? «Al principio sí que me asustaba. Cuando de repente me venían de la Iglesia Palmariana y me decían que me iban a denunciar, era como, ¡la que he liado! Ahora los últimos en amenazarme han sido los de Equipo de Investigación, la semana pasada una de la industria farmacéutica que le hice un reportaje, antes la IM ACADEMY, la Iglesia Palmariana, un vendehúmos que también toqué… Es la rutina ya» (ríe).
Recibir amenazas se habrá convertido en parte de su rutina actual, pero ¿cómo ha llegado a esta situación? Los inicios de Tamayo fueron en Ràdio Premià de Mar. Allí realizaba reportajes que escuchaban «dos señoras mayores». No obstante, él usaba la radio como una excusa para alimentar su hambre de información. «Era un cotilla», confiesa.
¿Cómo fue tu experiencia en medios de comunicación tradicionales? «Yo intentaba trabajar en medios convencionales, en una radio, en una televisión, y no había manera de cobrar un salario digno. Y lo interesante es que cuando empecé a crear contenido online enseguida pude vivir de contar historias, de hacer o no hacer periodismo, lo que sea que hago. El punto de inflexión fue de estar trabajando mucho por algo que me interesaba cero, que no le ponía muchas ganas, y que cobraba una mierda; a hacer algo que me gustaba, que era lo que quería, y que cobraba algo que creía que era digno».
Y no lo dice sin conocimiento, pues Tamayo ha estado trabajando sin cobrar en muchas cadenas de radio locales, como Ràdio Premià de Mar, Mataró Ràdio, Ràdio Cornellà, Ràdio Terrassa, etc. Incluso le contrataron «de gratis» —como él mismo desvela— en Ràdio 4 de Radio Nacional de España, donde le echaron a los seis meses por saltarse el protocolo al entrevistar al expresident Artur Mas.
Tamayo participaba en un programa en el que salía a la calle a hacer preguntas absurdas relacionadas con temas de actualidad. Dio la casualidad de que el político se encontraba dando un mitin cerca de la ubicación de Tamayo, y este se acercó para formular la susodicha pregunta: «Si Cataluña se hace independiente, ¿qué hacemos con la siesta? ¿La nacionalizamos, hacemos una migdiada —siesta en catalán—, o nos quedamos sin siesta?». Mas respondió entre risas que no era momento para esas cuestiones, y Tamayo pensó que esta intervención sería un perfecto colofón para su reportaje. Pero no fue así. «Al día siguiente me dijeron que no hacía falta que volviera más —confiesa—. Allí aprendí una valiosa lección, que si estás dentro de un medio y haces algo que no les gusta, te chutan y a tomar por saco».
Precisamente la falta de superiores es una de las grandes bazas de YouTube respecto a los medios de comunicación tradicionales. Afirma que no teme que llamen a su jefe para que lo echen porque él es su propio jefe.
¿Crees que tienes mayor libertad por no tener un medio detrás que te pueda despedir? «Creo que sí. No tengo libertad absoluta, porque hay muchos temas que en YouTube no se pueden monetizar. También el número de visitas hace que tú mismo vayas condicionando el tema del reportaje, porque ves que uno tiene más o menos visitas. Pero yo creo que, si trabajase en un medio de comunicación, con lo de la Iglesia Palmariana, sin yo ser nadie, me hubieran echado».
A Tamayo nadie puede echarle de su puesto de trabajo, pero eso no significa que pueda relajarse. Al contrario, por la actividad de sus múltiples perfiles en redes sociales parece que lleva una vida más ajetreada que nunca. Sus seguidores esperamos los vídeos con sus próximas investigaciones, que mantiene en secreto. También nos confiesa que está preparando su avatar para la realidad virtual que se avecina. Seguro que no nos defrauda.
Editor y fotógrafo: Miguel A. Esteban