Dos de los corresponsales internacionales más importantes dialogan en el VI Curso de Periodismo Especializado en Alcañiz
La ponencia arrancó con un recorrido sobre la carrera de los periodistas al recordar cómo les había cambiado (o no) su mirada al contar y ver lo que otros no pueden. Así lo expresaba Jiménez: “mi batalla de verdad ha sido por no cambiar y, ahora, tengo más claro lo que no quiero ser”. Si un periodista viaja a muchas guerras, puede terminar por acostumbrarse al dolor de estas y “tenía miedo de deshumanizarme” confesó Jiménez. Por su parte Calaf, que siempre había querido viajar, afirmó que cuando viajas entiendes que todo el mundo quiere lo mismo “paz, familia, amigos… a su vida”.
En la misma línea, está la diferencia tan complicada de ver hoy entre periodismo y poder. El exdirector del Mundo aceptó el cargo por intentar cambiar “la democracia averiada” en la que vivimos, pero también porque “lo que ponía en riesgo era muy poco” y tenía que favorecerse de su posición privilegiada. Calaf, sin embargo, ha rechazado cargos de este tipo, porque sabía que su papel no era ese: “fui pragmática y un poco egoísta, pero hago las cosas que me gustan y sé hacer”.
Fotografía: Rosa María Calaf y David Jiménez charlando en Alcañiz.
¿Qué es lo que está pasando entonces? Es necesario formar a nuevos periodistas, pero es complejo porque “es mucho más rentable la mentira que el buen periodismo”, coincidieron Jiménez y Calaf: “los quieren peor informados”. Por eso es tan importante el papel de las nuevas generaciones. Pero también es relevante el del ciudadano, ya que “cambiar el pensamiento de las personas es efectivo” y el miedo puede hacer que el populismo te convierta en lo que unos pocos quieren, “un pueblo que desconoce es manipulable” apuntó Calaf. El buen periodismo más que nunca es un trabajo esencial para la sociedad en la que, a veces, “los peores informados son los que mandan”.
El primer paso es empezar por el periodismo serio y que “el pueblo no pida ser libre si no creerlo”. Todos debemos hacer un ejercicio de autocrítica, no solo los medios de comunicación. Porque como reflexionó David Jiménez “la gran pesadilla de Orwell hecha realidad” no parece estar tan lejos.
El dialogo entre ambos periodistas que se conocen y admiran, concluyó con la entrega a Rosa María Calaf del Premio Pilar Narvión, para homenajear a la que fue una de las mujeres pioneras en el periodismo más importantes a nivel nacional. “Que reconozcan tu trabajo tiene una gran emoción, pero que tenga el nombre de un referente para mí, tiene aún más valor”, concluyó Calaf.
Autora: Nazaret Parilla
