– Una publicación de José Ramón Bendicho –
Con cada etapa vital que superamos tengo el sentimiento de que nos hacemos mayores, mayores de verdad. Con cada peldaño que subimos soy consciente de que hemos cambiado, que cuando CRECEMOS de verdad y nos hacemos mayores, duele y duele mucho. Por suerte tenemos esa voz interior que nos convence cada día de que vamos a mejor. Que todo va a salir bien. Hemos celebrado, por fin, nuestro fin de carrera. Hemos llegado hasta aquí. Hemos superado una pandemia. Hemos superado inglés también. Así que, enhorabuena, compañeros. Parece lejano el momento en el que nos dijeron la nota de selectividad y con lágrimas en los ojos llamábamos a casa porque, sí, después del sufrimiento, estábamos dentro de Periodismo, estábamos entre los 60 afortunados.
Y, aunque cada día estemos un poco más lejos de esa vida universitaria, nos hemos llevado el miedo a empezar de cero y el nudo en el estómago de ese primer día, ese primer día en el que lo único que sabíamos es que no sabíamos nada. A este viaje se suman los temores superados, el aprendizaje constante en la universidad de Zaragoza y también en la universidad de la vida, las experiencias compartidas y los cientos de recuerdos felices. Aquella primera fiesta, los cafés en el Provenzal que eran terapia, los finales de exámenes y las clases de Zugasti y todas las veces que nos mirábamos y sabíamos que a última no nos quedábamos…
Me siento triste a pesar de todos los recuerdos porque con el acto de graduación decimos adiós a la etapa más feliz de nuestras vidas, a nuestra familia de periodismo, a las clases, a todos los profesores, en definitiva, decimos adiós al que durante cuatro años ha sido nuestro hogar. Y digo nuestro hogar porque así lo he sentido, así he sentido a todas las personas que me han acompañado en estos años.
Queridos profesores, siento un profundo agradecimiento por vuestro esmero y esfuerzo para convertirnos por encima de todo en mejores personas, y después, en mejores profesionales. Nos habéis enseñado el periodismo desde sus entrañas, nos habéis hecho sufrir y llorar, y al mismo tiempo hacernos creer que podíamos con todo, que el futuro era y es nuestro y que seremos imparables, que seremos capaces de llegar allá donde nos propongamos mientras que esfuerzo y constancia sean fieles compañeros en esta aventura…
Nos habéis educado, apoyado y servido de guía vital y emocional. Con muchos de vosotros, las tutorías se convertían en reuniones informales que te subían la nota y también la autoestima. Con otros ha costado más encontrar esos momentos felices. A pesar de todo ello, gracias por darlo todo y por hacernos creer que el Periodismo; como dice mi buena amiga Carmen Marta, “es la mejor profesión del mundo”.
Queridos compañeros de profesión, el otro día estuve viendo fotos de nuestros primeros Pilares, y sinceramente, cómo hemos cambiado. Entramos aquí siendo unos niños y hoy somos adultos. Qué miedo hacerse mayor y a la vez que satisfacción. Hoy siento orgullo de todos vosotros y vosotras. Siempre estaré agradecido a la vida por haber puesto a mi alrededor gente que ha resultado una fuente de inspiración, aprendizaje y cariño. Compartimos seguro el sentimiento de que Periodismo nos ha servido de unión con personas que hoy son familia.
Enhorabuena a todos porque hemos llegado hasta aquí, somos periodistas. Y solo diré que Criminal, de Ozuna, siempre me recordará a vosotros, que gracias por todo lo vivido juntos y que periodismo ardía, periodismo arde y periodismo arderá siempre.