Igual que las personas, las ciudades tienen secretos. Y ya nos explicaron en Pequeñas Mentirosas que la única manera de mantener un secreto bien guardado es asegurarse de que quien lo sabe está a tres metros bajo tierra. En Heridas Abiertas, la periodista Camille Preaker tendrá que aprender esta lección en primera persona. Aunque le cueste la piel.
Las heridas, las de verdad, las que son tan profundas que solo un objeto de lo más afilado podría haberlas provocado, nunca acaban de cerrarse. Aunque la superficie parezca haber sanado y solo quede una fea y grotesca cicatriz de recuerdo, el tejido interior sigue dañado, la sangre sigue amenazando con volver a derramarse. Heridas abiertas cuenta la historia de una pequeña ciudad con más heridas de las que muestra y una reportera que, por mucho que las esconda, no puede disimular las suyas.
El calor en Wind Gap durante el verano es agobiante y pegajoso. De ese que te asfixia y te hace querer pasar el día refugiado en casa con el ventilador puesto. Pero incluso en los días en los que el termómetro roza los 40 grados, Camille Preaker (Amy Adams), reportera de un periódico de St. Louis, no se quita sus vaqueros largos y su jersey de cuello alto. Morir sofocada es mejor que revelarle a la ciudad el efecto que las afiladas lenguas de sus habitantes han tenido en su piel.
Camille no es la única (ni la principal) víctima de la brutalidad de una aparentemente afable ciudad sureña. De hecho, la periodista está de vuelta en la casa donde creció para investigar el asesinato de una niña del vecindario. Para Camille, volver a su ciudad natal supone un verdadero infierno. Estar en Wind Gap significa reencontrarse con su madre, a quien detesta, y conocer a su hermana pequeña, Amma (Eliza Scanlen), que lleva una doble vida rebelde y peligrosa. Aún así, la devoción de Camille por informar la empuja a regresar al condado donde las casas tienen suelos de marfil y las apariencias lo son todo.
Heridas abiertas no es una serie para aquellos con un estómago delicado. Es gráfica y muestra abiertamente y con todo lujo de detalles las diferentes maneras en las que se puede herir a una persona: indiferencia, odio, envidia, auto-sabotaje, amor y venganza. Imágenes impactantes mezcladas con diálogos exquisitos consiguen mantener un nudo en la garganta de los que estamos al otro lado de la pantalla.
Una de las partes más interesantes de este programa es su ambigüedad temporal. Aunque se trata de una serie ambientada en el presente varios elementos dan la sensación de que la trama se desarrolla, como mínimo, en los 90. Hablamos tanto de los filtros de color escogidos para la edición como de la propia esencia de Wind Gap y costumbres de sus habitantes. Es como ver una trama retro en la que los protagonistas tienen iPhones de última generación.
La fotografía es otro de los grandes fuertes de esta producción. Aunque la serie está grabada en su mayoría al norte de California, consigue mostrar a la perfección el ambiente de una pequeña localidad del llamado Bible Belt estadounidense. Con su imagen de comunidad pacífica, en la que todos los vecinos se conocen y se protegen que no es más que una fachada. La realidad es que Wind Gap se encuentra repleta de secretos y mentiras que solo necesitan el más mínimo empujón para desatar el caos.
Este thriller psicológico derrama kilos de sal sobre heridas que él mismo se encarga de abrir en los espectadores. No hay ninguna ciudad inocente y las cicatrices de batallas del pasado solo esperan ansiosas un nuevo encuentro con el enemigo para volver a abrirse.
FICHA TÉCNICA
Título: Sharp Objects (Heridas abiertas)
Dirección: Jean-Marc Vallée
Actores principales: Amy Adams, Eliza Scanlen, Patricia Clarkson, Chris Messina, Sydney Sweeney
Número de capítulos: 8
Duración de cada capítulo: 50 minutos
Plataforma de exhibición: HBO
País de producción: Estados Unidos
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Autora: Alba Fernández Guevara
Editora: Andrea Aragón
Redactora jefe: Elena Álvarez