Entrevista realizada por Nazaret Parrilla (@naaazzaa) y Jara Sacristán
No me cuentes cuentos es la nueva novela que Sandra Sabatés (Granollers, Barcelona, 1979) ha presentado en el Ámbito Cultural del Corte Inglés de Zaragoza. Trata sobre violencia de género y tiene como objetivo impactar en nuestras conciencias y despertar nuestra sororidad. Porque como dice Sandra Sabatés: “Si nuestra sociedad patriarcal no ha cambiado tanto es que algo estamos haciendo mal”. Más que una entrevista fue una charla entre compañeras, de hecho, así mismo lo calificó Sandra Sabatés. Licenciada en comunicación audiovisual, trabaja como presentadora en El Intermedio y, entre otros reconocimientos, ostenta la Mención de honor del Premio Clara Campoamor de 2019, otorgado por el Ayuntamiento de Madrid, por la sección “Mujer tenías que ser”, del programa El Intermedio. Y es que Sandra Sabatés se caracteriza por impulsar, a través de su profesión, la lucha feminista. Ya lo hizo en 2018, cuando publicó su primera novela “Pelea como una chica”, y continúa en la actualidad con “No me cuentes más cuentos”, asentando sus pensamientos y sus objetivos en la carrera contra la violencia machista.
La entrevista se realizó en un ambiente relajado, formal. Dando cabida incluso a alguna risa porque, ante todo, la catalana se mostró simpática y amistosa. Hablamos sobre su novela, basada en el símil que se transmite entre la violencia de género y los cuentos clásicos. Reflexiva y transcendental, nos incita a plantearnos algunas cuestiones o cómo, en nuestro en caso, abrazar con más ternura la lucha feminista.
Es un libro muy duro de leer…
Sí, es un libro muy duro pero rápido de leer. Pero es cierto que son historias muy duras y muy conmovedoras. Realmente, se trata de eso. Así, nos damos cuenta de lo que hay. Esto es lo que está pasando a día de hoy en nuestro país.
Compañeras feministas como Pamela Palenciano son muy criticadas e incluso denunciadas por hablar sobre feminismo, ¿no tuviste miedo a la crítica a la hora de publicar tu libro?
Miedo, no. Además, me dio mucha rabia cuando Pamela fue denunciada porque yo creo que es un referente para todos. Sobre todo porque lo único que pretende es contribuir a sensibilizar y concienciar a las nuevas generaciones sobre la violencia de género, que es un problema que se está extendiendo cada vez más entre la etapa adolescente. Si esto a ella le puede penalizar… entonces, no entiendo a dónde estamos yendo.
Se ponen los pelos de punta…
Sí. Esta semana hemos conocido los datos del Instituto Nacional de Estadística, que dicen que en sólo un año, han aumentado un 30% los casos de violencia de género entre los menores de 18 años. Son 100 casos más que en 2020. Eso significa que se sigue normalizando y naturalizando esa violencia. Por eso, es importante defender discursos como el de Pamela que ayudan a no perpetuar el problema.
Que las nuevas generaciones no den importancia a los celos y que piensen que una cierta intensidad de violencia en la pareja es normal, es un peligro. Porque a día de hoy tenemos más de 1144 mujeres que han sido asesinadas y no han podido ni siquiera contar su historia.
En la adolescencia las mujeres son especialmente vulnerables. Especialmente si calan estas ideas de la extrema derecha de que la violencia de género no existe, que es un invento ideológico… Esto va en contra de la línea de concienciación. Si uno no reconoce el problema no puede poner medidas. Lo que pretende la extrema derecha es fingir que no hay un problema cuando en realidad es verídico que nos están matando. Hemos crecido en una sociedad patriarcal, los valores son machistas y los tenemos interiorizados. Pensábamos que el final de los cuentos clásicos era feliz cuando en realidad estas mujeres estaban siendo víctimas de mutilaciones, violaciones… y no veíamos más allá de las palabras.
A veces pensamos que hemos avanzado en cuanto a la violencia de género, pero ¿tú consideras que estamos yendo hacia atrás?, ¿es por la creación de nuevos partidos?
Con los discursos negacionistas de la extrema derecha, lo único que se pretende es una involución, una vuelta al pasado.
Lo único que nos demuestra esto cuando hablan del aborto no, de que la violencia de género no existe, que pretenden diluir la violencia intrafamiliar… es que no hay una violencia estructural contra los hombres, pero sí contra las mujeres. Lo único que pretenden es dar pasos hacia atrás. Nos ha costado muchísimos años conseguir los derechos y libertades que tenemos. Estos discursos sólo nos demuestran que tenemos una gran tarea por delante y que tenemos que estar defendiendo continuamente lo que tenemos, porque de un plumazo pueden quitárnoslo.
Entonces, ¿una mujer de extrema derecha puede ser feminista?
María de la O Lejárraga, (escritoria y feminista española del S. XX) decía que una mujer que no fuera feminista sería un absurdo tan grande como un rey que no fuera monárquico. Sin embargo, te das cuenta que no por el hecho de ser mujer, ya automáticamente eres feminista.
Tú puedes ser mujer y estar defendiendo un discurso que no es feminista. Por ejemplo, para mí negar la existencia del género me parece que de feminista tiene poco. Al final, se está perpetuando una situación que hace que las mujeres sigamos estando dominadas en esta sociedad, que no deja de ser patriarcal y machista.
Cada capítulo es un símil de un cuento clásico con una historia de violencia real, ¿cómo te pusiste en contacto con las víctimas?
En el caso de la víctima de la manada de Sanfermines me puse en contacto a través de su abogada y en el caso de Nadia, a través de sus redes sociales. Fue más fácil contactar con ella porque a priori había alzado la voz y salió en los medios de comunicación a través de la campaña Save The Children contando su historia. En el caso del resto de chicas no sabía por dónde empezar y me puse en contacto con distintas asociaciones, que son las que trabajan a diario con las víctimas. Las asociaciones hacen un trabajo que deberíamos valorar muchísimo porque están siempre pendientes de ellas, dispuestas a ayudarlas, a ofrecerles terapia, a reconstruirlas… Son las que han tendido puentes y me han ayudado a tejer redes para que me pudiera poner en contacto con ellas. Desde la Fundación Ana Bella, Fundación de Mujeres Progresistas, la Fundación Wassu que lucha contra la mutilación genital femenina, CAVAS, asociación que ayuda a las víctimas de agresiones sexuales, Jornaleras de Huelva en Lucha…
¿Cómo fue el trato con ellas?
Tengo que decirte que todas me dijeron que sí al momento y que no ha sido fácil para ninguna de ellas. Debió ser muy complicado para ellas traer al presente un episodio que aunque haya pasado hace meses, incluso años, sigue siendo muy doloroso de recordar. Algunas llevan muchos meses y años de terapia psicológica porque pasar por algo así, muchas veces deja secuelas físicas pero sobre todo psicológicas. A través de las terapias han tenido que realizar el trabajo de asimilar lo que les ha ocurrido y ser capaces de colocarlo en un espacio de su mente que no les cause demasiado dolor y poder ir hacia delante. Muchas veces lo que les pedía era recuperar este recuerdo para poder contarlo. Han sido momentos muy duros y que les agradezco muchísimo, porque sé que el esfuerzo que han hecho ha sido inmenso. Sobre todo, para dar herramientas a las mujeres y que no les pase lo mismo. En muchos casos, se derrumban porque es revivir algo muy traumático y porque somos muy injustos, poniendo el foco sobre la víctima y no sobre el agresor.
A veces, seguimos lanzando un mensaje que lo único que hace es contribuir a que las víctimas se sientan responsables. Por ejemplo, cuando la bella durmiente se repite que debería haberse marchado antes a casa, que debería haberse cuidado más, que no debería haber bebido… Estos son mensajes que lanzamos continuamente a las mujeres de cómo deben comportarse y cuidarse. Luego, ellas no son responsables de nada. Ellas son víctimas y los otros son los culpables de lo que les ha pasado y, sin embargo, ellas se sienten culpables de lo que ocurre y del dolor que ese episodio genera en su familia y amigos.
En el libro escribes que denunciar puede suponer un escrutinio público y que las víctimas se pueden llegar a sentir atacadas por los medios, ¿cuál debe ser el papel de los medios en la lucha feminista?
Los medios tenemos una responsabilidad social y debemos ser los primeros en hacer autocrítica e introducir las perspectivas de género. En general, debemos cuidar mucho cómo damos determinadas informaciones. Sobre todo, cuando hablamos de violencia de género, el vocabulario que usamos. También, el contraargumentar estos comentarios que hablábamos antes de la extrema derecha, desbancarlos y exponer que están basados en fake news, que repiten un mensaje que es totalmente falso. Como periodistas tenemos que detectar estas mentiras que están intentando integrarnos y contar que son falsas.
¿Qué opinas de la nueva Ley Sí es Sí?
Creo que es importante poner en la base el consentimiento. Es un cambio importante a la hora de juzgar los casos sobre libertad sexual. También es uno de los grandes cambios que vienen a raíz del caso de la manada de los Sanfermines y ella es una de las cosas que destaca. Si esto ha servido para abrir un debate enorme a raíz de este caso en la sociedad…
Las mujeres al ver que una mujer está rodeada por cinco chicos en un habitáculo pequeño entendemos que esto es una violacion y, sin embargo, las leyes que teníamos no lo entendían así. De nuevo, se ponía el foco sobre la víctima y no se podía considerar violación porque no había violencia, porque no se había defendido y estábamos responsabilizando a ella, ¿que debería haber hecho? ¿haberse jugado la vida para que hubiera ese plus de violencia y que en lugar de abuso fuera violación? Con la Ley de solo si es sí hemos dado un paso importante.
¿Qué mensaje te gustaría transmitir con este libro?
A mí me gustaría remover conciencias, sensibilizar y ser conscientes de que esta violencia es continua en nuestro país y la viven y sufren muchas mujeres cada día. Es la gran lacra que arrastramos desde hace muchísimos siglos y es eso lo que pretende mostrar este libro. Las niñas ya no quieren ser princesas y estamos insistiendo mucho en la idea de que las niñas también son valientes, de que tienen otras aspiraciones profesionales y personales para que puedan ser lo que ellas quieran ser. Se están empezando a crear muchos libros en los que las protagonistas ya han cambiado y no son esas princesas, sino mujeres protagonistas que vencen a todo lo malo. Esto es muy positivo porque se crean otros referentes y otro estilo de sociedad que es la que queremos seguir, más justa, igualitaria y feminista.
Sección editada por: Mariola Conde y Elena Bandrés