Un thriller loco, siniestro e imprevisible. Richard Shepard introduce en 90 minutos una mezcla de géneros que sale mal y deviene en un claro ejemplo de lo que no se debe hacer.
La película tiene una premisa que resulta atractiva: una protagonista que se obsesiona con la perfección. Charlott, Allison Williams, es una joven violonchelista que se obstina con la nueva estrella de sus mentores, Logan Browning. Ambas parecen enamorarse, pero emprenderán un viaje siniestro y lleno de sin sentidos.
La presencia de los celos y la competitividad en el ámbito musical pretenden seguir los pasos y el tono oscuro de producciones como la de Cisne negro. Lo mejor es empezar la película sin tener mucha idea de lo que se va a ver, así por lo menos puedes simular sorprenderte con los giros de trama. Recurso que se utiliza mucho para disfrazar los fallos del guion y dar la sensación de ser bueno. La primera vez funciona, las demás dejan mucho que desear.
En un principio parece un film pandémico, ya que vemos vomitar gusanos a varios personajes. Así se desarrolla todo el primer capítulo: una huida romántica de las protagonistas entre náuseas y larvas. Un buen romance que acaba con miembros descuartizados y muchas lágrimas, para variar. 
Pero no todo es desproporcionado y desmesurado. Por suerte el film cuenta con Williams, quien sabe representar muy bien la dualidad serena/psicótica del personaje que interpreta. Consigue que el espectador se crea que es una joven competidora y celosa que perdió su oportunidad con el violonchelo. Una gran actuación que se demuestra al descubrirse que puede que no sea tan malvada.
Shepard decide dividir la narración de la película en una estructura capitular, un intento fallido del estilo tarantinesco que no aporta nada al desarrollo de la película. Más bien hace pensar que se están siguiendo unos pasos, que hay linealidad en el discurso: los primeros capítulos como introducción, luego llegamos al nudo, etc. Pero nada de eso, porque nos encontramos con que los primeros capítulos no son introducción a nada, sino que tienen la función de confundir al espectador. Buenas intenciones que, sin embargo, solo consiguen que el espectador se pierda y decida echarse una siesta.
La película se basa en una competitividad musical que se transforma en amor, aunque luego Charlott le corta el brazo a su amante para salvarla. No de los gusanos, alucinaciones que le crea la protagonista a su amada mediante pastillas, sino de ser víctima de abusos en la academia de música. Un batiburrillo que se conecta mediante el quemado flashback, lo que al principio no entiendes, al final cobra sentido.
Shepard echa mano de lo grotesco y el gore para animar un poco al espectador, que ya está medio dormido. Vemos amputaciones que, si bien no buscan impresionar, sí consiguen que te eches unas risas y disfrutes de un poco de humor negro. Y es que, presentar una historia de amor en la que se muestra la violencia justificada por la salvación de la amada, es todo un riesgo.
Como broche final, la película acaba tocando un tema delicado que parece no haber sido tratado con la profundidad que se merece. Toda la película parece llevarnos hasta ese secreto que justifica el delirio y el sinsentido anterior. Sin embargo, hacen que un problema, como es el abuso sexual de menores, no se desarrolle bien y se quede en nada.
Un cierre revelador con un clímax forzado y atropellado, que el espectador no puede asimilar de manera adecuada. Quizás esa sea la idea, despistar para ocultar las carencias. La imagen final aporta una belleza estética que funciona muy bien para cerrar en esa línea de disparate que se sigue en todo el film.
FICHA TÉCNICA:
Título: La perfección
Reparto: Allison Williams, Logan Browning, Alaina Huffman, Steven Weber, Glynis Davies, Winnie Hung, Stephen Chang, Graeme Duffy, Mark Kandborg, Doralynn Mui, Evelyn Chew, Sharon Crandall, Alex Lee
Año: 2018
Duración: 90 minutos
Director: Richard Shepard
Exhibición: Netflix
País de producción: Estados Unidos
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Redactora: Judit Macarro
Editora: María González
Redactora jefa: Alexia Pavón
Coordinador: Víctor Lope Salvador
