– Crónica e imágenes de Irina Bellido y Helena Hernández –
En Concepción, a los 7 años, Rocío Aguirre tomó su primera fotografía. Mostraba a su padre en la playa, sujetando una cometa. Hoy, más de quince años más tarde, ha hecho de su pasión su profesión. Por su objetivo han pasado cantantes o modelos como Nieves Álvarez o C Tangana.
“Calificaron con mala nota mi último trabajo de la carrera porque pensaban que esas fotos eran robadas”. Con esta frase da comienzo el encuentro con Rocío Aguirre en el Caixaforum de Zaragoza, un espacio creado con el objetivo de poder charlar con los creadores del momento. Con cámaras analógicas baratas y fotografiando en la calle nació el amor por este arte de Rocío Aguirre, profesional chilena que actualmente vive en Madrid. “Siento que en España se entiende mucho más el sentido de mis fotografías”, relata.
“Era la rebelde sin quererlo”, explica Aguirre al hablarnos de sus años en la carrera de Fotografía. No disponía de los medios necesarios, venía del sur, nunca tuvo una cámara digital (tan utilizada ya en esa época). Por eso tenía que buscarse la vida, improvisar a la hora de entregar trabajos: “Al final, creo que fue eso lo que me hizo ser tan creativa”. Tanto, que la fotografía analógica acabó por convertirse en su sello personal.
“Siento que en España se entiende mucho más el sentido de mis fotografías”
Ha habido momentos en su vida en los que se ha sentido perdida. “Quería reflejar en mi trabajo una imagen que tú pudieses ver, y decir: ‘Ah, esto lo hizo Rocío Aguirre’”. Pero, confiesa, el dinero siempre está en tu mente. Pronto se dio cuenta de que introducirse en el mundo de la fotografía publicitaria era una fuente de ingresos asegurada. Iba ganando fama y prestigio y acabó por perder el rumbo. “No tenía creatividad. Para mí era trabajo, dinero fácil, fin”. Se fue a Nueva York para ponerle fin a esta crisis, aunque admite que nunca llegó a abandonar esa parte comercial de su carrera profesional.
“La vida es circular, la fotografía en mí lo defino como un proceso cíclico. Mi vida, en general, es muy repetitiva, y eso es algo que se puede ver reflejado en mi trabajo”, nos cuenta. Fue durante la pandemia cuando recuperó todas esas técnicas de fotografía química que siempre tanto había disfrutado y que tuvimos la oportunidad de ver. “Así fue como conseguí no volverme loca encerrada durante tantos meses”. Incluso fue una manera de recuperar su esencia.
Con un estilo vintage, Rocío Aguirre viene a presentarnos su nuevo Diario de vida, un libro de fotografía analógica que se publicará en octubre de este año. Un diario en el que guarda las mejores fotos de sus últimos diez años y con el que quiere enseñar la magia de la fotografía analógica. En sus propias palabras, incluye instantáneas “totalmente espontáneas”, pues, aunque en el ámbito de la moda o la música trabaja siempre con ideas preconcebidas, quería en él deshacerse de ese elemento tan profesional.