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Almudena Amor: “si te gusta el cine te gusta la vida”

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Entrevista realizada por Marta Ballonga y Paula Gracia

Editoras: Mariola Conde y Elena Bandrés

Almudena Parejo Amor, conocida en el mundo del cine como Almudena Amor, es publicista, actriz y modelo. En este año mantiene en cartelera los largometrajes La abuela, dirigida por Paco Plaza y El buen patrón, de Fernando León de Aranoa. Su candidatura a los premios Goya como mejor actriz revelación por su papel de Liliana en la última película de Aranoa, la han convertido en la actriz del momento.

Antes de la celebración de los Goya, Amor estuvo en el Paraninfo participando en el ciclo de cine “La Buena Estrella” que organiza la Universidad de Zaragoza y encontró un momento para concedernos esta entrevista.

-¿Cómo estás viviendo estos días en los que tus dos películas están en cartelera y tú estás nominada a numerosos premios del cine español? ¿Te lo imaginabas hace un año?

No sé, yo cuando estaba grabando las películas no me paré a pensar en qué iba a pasar cuando salieran, la verdad es que estaba totalmente sumergida en ellas y no pensaba más allá. Todo esto lo estoy viviendo con mucha alegría, mucho agradecimiento, es como una buena bienvenida. Al final, yo estoy entrando en un sitio nuevo donde no conozco a nadie y que de pronto te den esta bienvenida y tu trabajo se reconozca y se valore para mi es increíble y muy bonito.

Pero luego es verdad que yo no tenía nada con que comparar, o sea, para mí, que las dos películas estén en cartelera y estén yendo bien es algo muy natural porque es lo que estoy viviendo, o sea no es como que yo me separe de mi realidad y diga “¡qué fuerte!”, si no que forma parte de mi realidad. Es por eso que yo lo estoy viviendo día a día, con mucha alegría, pero no sé si soy capaz de darme cuenta al vivirlo desde dentro y ser lo primero que hago. Es una alegría, pero no sé, creo que el resto de personas lo ven de una forma diferente a como lo vivo yo.

-En varias entrevistas comentas como más o menos a los 14 años te das cuenta de que quieres ser actriz, pero no te diste la oportunidad de intentarlo hasta años más tarde, incluso estudiaste Publicidad y trabajaste como modelo. ¿Qué te impulsó a intentarlo?

Yo nunca me consideré modelo, yo trabajé en la moda mientras estudiaba la carrera. Al final era un trabajo muy guay porque me quitaba poco tiempo, pero lo acabé dejando porque en realidad no me lo pasaba bien. Empecé a hacer anuncios de publicidad y fue ahí cuando tuve mi primer contacto con los rodajes, porque yo había hecho teatro, pero nunca había rodado, y me di cuenta de que me encantaba y me divertía haciéndolo. Eso fue como un impulso para estudiar interpretación, sabía que me gustaba el teatro y me gustaba rodar. Tenía mucho miedo a mostrarme. Siempre he sido una chica tímida e insegura y lo sigo siendo de alguna forma, aunque sea menos que antes. Creo que tenía mucho miedo a exponerme y a mostrar algo. El ser actriz era algo que yo valoraba mucho, me hacía feliz y me daba tanto sentido, que creo que el hecho de vivir de ello era un conflicto.

Vengo de una familia donde nadie se dedica a esto y no tenía ningún referente. En mí siempre estaba el discurso de “de actores viven 5” y “¿cómo voy a ser yo de esos 5?”. Pensaba que dedicarme a ello iba a ser un sufrimiento en vez de seguir siendo un placer. Después, era tanta la necesidad y el deseo de hacerlo, que al final, cuando acabé la carrera, me di cuenta de que no tenía sentido no intentarlo y me planteé darme una oportunidad. Dije, “bueno, si no sale y no te puedes dedicar a ello, te habrás regalado ese tiempo para intentarlo”.

-¿Cómo fue compartir escena con Javier Bardem y dejarse dirigir por directores como Fernando León de Aranoa o Paco Plaza?

Al principio estaba aterrada, obviamente como cualquier persona imagino, porque admiro muchísimo a Javier Bardem y no me sentía ni preparada ni a la altura. Además, una característica suya es que es una que persona que impone. Su voz, su cuerpo, tiene mucha energía. A partir del segundo ensayo esos miedos se fueron diluyendo. En el momento en el que empiezas a trabajar es un compañero de trabajo más, al que le tienes mucho respeto por quién es. Hay una sensación de vértigo y quieres estar a la altura porque valoras tanto el trabajo de Javier como el de Fernando. Una vez que has sido escogido por el director, dices: “él ha confiado en mí, vamos a trabajar todos juntos”. Una película es un engranaje, se hace entre todos. Y el miedo, una vez que lo miras a la cara se va.

En cuanto a los directores, tanto Fernando León de Aranoa como Paco Plaza son muy artesanales. Cómo tratan al equipo, cómo se enfrentan al rodaje, es algo que influye en el éxito que tienen. Es el buen hacer hacia los demás y el cuidado de los detalles, cuidar la película y la importancia que le dan a los temas de los que hablan.

La gran diferencia que yo noté es que Fernando escribe su película. Cuando un director escribe su propia película sabe perfectamente hacia dónde quiere llegar, sabe lo que quiere encontrar, con lo que tú tienes y con lo que él imagina se puede llegar juntos al resultado que se desea.

Paco, en cambio, creo que al no escribir la película hay más apertura en cuanto qué va a pasar, no hubo casi ensayos en La Abuela, él buscaba esa magia del momento. Al final es una película muy visceral, entonces lo que yo creo que él quería era que las cosas pasaran de verdad, en el momento, y ver hasta dónde llegaban y qué sucedía.

– Volviendo a ese momento en el que leíste por primera vez el guión de tus personajes, tanto en La Abuela como en El Buen Patrón, ¿cómo fue el proceso de asimilación?

Con el papel de Susana en La Abuela aprendí lo importante que es confiar en el cuerpo y hacer caso al instinto, lo abordé mucho desde lo físico y las sensaciones, fue como una entrega. Con el papel de Liliana, trabajé mucho lo impredecible, ese misterio, hay algo en el personaje que a medida que va avanzando la película se va descubriendo a sí misma, aunque al final ella no lo sabe, en ocasiones querían sacar el punto sádico del personaje.

El papel que más esfuerzo me supuso fue el de La Abuela, era mi primera película, el personaje pasaba por una serie de emociones muy complejas. El tema de los abuelos también fue algo que me pilló muy de cerca, de alguna forma lo viví con ella, lo llevé todo desde mi cuerpo e instinto. Ese dolor, aunque no me perteneciera, lo vivía con ella. Fue complicado porque tuve que enfrentarme a muchas oscuridades y situaciones que uno no quiere ver. Fue duro y complejo, pero fue difícil y fácil a la vez, me enfrenté a muchas inseguridades mías y lo volvería a hacer.

– ¿Grabando La Abuela, película que puede enmarcarse en el género de terror, sentiste miedo en algún momento?

No, yo no sentí miedo, pero mi cuerpo sí, siempre lo digo. Yo abordé el personaje desde las sensaciones y lo físico, entonces claro, yo no pasaba miedo, pero si había una escena donde Susana, mi personaje, sentía angustia, yo la sentía con ella.

Todo eso poco a poco se va quedando en ti, no era un miedo psicológico, pero sí que llegaba a casa y todo ese dolor, todas las panzadas de llorar, esa angustia, etc, sí que estaba en mi cuerpo y cuando llegaba a casa tenía que estar un rato sentada sin hacer nada en silencio para soltarlo todo, porque claro, yo no pero mi cuerpo si sentía todo eso.

-¿Cómo preparas la angustia y todos esos sentimientos a la hora de la interpretación?

Yo trabajo muchísimo a través de la música porque me ayuda mucho. También trabajo mucho a través de las manos, tocar la textura de algo, las sensaciones. He hecho teatro físico, entonces trabajo sobre lo sensorial, las imágenes… Hay algo como muy interno, trabajar mucho la pulsión interna y no se explicarlo muy bien porque es algo muy abstracto, es cómo lo sientes.

-¿Qué sentiste al verte por primera vez en la gran pantalla?

Nunca me había visto en la gran pantalla, no sabía cómo me iba a sentir. Me encantó porque fui capaz de ver la película. Mucha gente me decía: “bueno, la primera vez que la veas no la vas a ver, te vas a fijar en ti”. La segunda vez que la vi, sí que me juzgué más. De vivirlo desde dentro a pasar a verlo como espectadora fue un regalo la verdad.

 -A nivel más personal, ¿cómo estás sobrellevando este salto a la fama? ¿Ha cambiado mucho tu vida?

No, ha cambiado en la medida de que ahora este es mi trabajo y me ocupa más tiempo del que me ocupaba antes, o no más tiempo, pero sí de forma diferente. Por ejemplo, antes iba a clase y ahora hago una entrevista, pero más allá de eso no.

He conocido gente increíble que para mí es importante. Una de las cosas que más me gusta de este curro es que conoces gente muy interesante y muy apasionada por lo que hacen y por el cine, que al final este es el sinónimo de la vida, o sea, si te gusta el cine te gusta la vida.

Todo eso me hace muy feliz, pero me lo tomo con mucha naturalidad. Sigo viviendo en Madrid, donde he vivido toda la vida, sigo con mis amigas, sigo cerca de mi familia, sigo haciendo más o menos las mismas actividades que antes. Entonces, bueno, sí que es verdad que ahora puedo tener más la sensación de que alguien me puede reconocer por la calle, pero no sé, por la forma en la que he vivido, siempre he sido una chica curiosa, siempre me ha gustado conocer gente y demás, por lo que sigo siendo lo mismo con un toque diferente.

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