La última entrega de Alejando Amenábar ofrece la vida del escritor Miguel de Unamuno ligada a los problemas de la España de 1936. Una magnífica interpretación del vasco Karra Elejalde reabre las heridas históricas de hace más de 80 años.
Los que vencen no siempre son los que convencen. No estamos ante una película bélica ni sobre la Guerra Civil. Ni siquiera se pretende hacer una conclusión aceptable para vencidos, ni enriquecedora para vencedores. Amenábar pretende hacer un retrato humano, crítico y amable de uno de los escritores y filósofos más reconocidos en nuestro país, Miguel de Unamuno. Construye una ficción basada en hechos históricos: la llegada a Salamanca de las tropas nacionales ligada a la vida de Unamuno, rector vitalicio de la Universidad, reconocido como republicano.
La continua contradicción de Unamuno cautiva al espectador y muestra que no existe una verdad absoluta. Al principio Unamuno apoya el Alzamiento porque, como el mismo subraya, no le gusta la crueldad de los crímenes que la República ha cometido y prevé el derrumbamiento de esta. Sin embargo, poco después se arrepiente de su apoyo a los sublevados por la misma crueldad que imponen ante los sectores más “liberales” de la sociedad. Aquí muestra un conflicto interno compatible con el conflicto bélico que comienza: el ejército sublevado condena a gente que él reconoce como inocentes.
Es por ello que la película transcurre en Salamanca, pero también en el interior de Unamuno, cuyas relaciones se ven marcadas por su conflicto personal: sus hijas y su nieto le piden cautela, sus compañeros de paseo le piden que entre en razón y no apoye a los sublevados. Y finalmente, su escena con Carmen Polo, a quien le coge la mano para mantenerse a salvo, expresa incredulidad por las decisiones del pasado e incertidumbre por lo que está por venir.
Al pie del cañón tenemos al más brillante Karra Elejalde. Acostumbrados a su faceta cómica, la interpretación dramática del vasco sorprende a la vez que enamora. Sus monólogos, sus silencios, sus paseos, su mirada convencen al espectador mostrando su parte más íntima.
Sin embargo, a pesar de que Elejalde brilla con luz propia, los personajes secundarios contribuyen en la creación de un clima tan crítico como humano. Es el caso de Nathalie Poza con su interpretación de Ana Carrasco, mujer de Castro Prieto, alcalde republicano de Salamanca detenido en las primeras jornadas del golpe. Su interpretación aporta dulzura y compasión: muestra la desesperación y el asombro por la situación bélica que sucede en España, pero también por la necesidad de que su marido regrese. Por otro lado, la honestidad y la admiración vienen interpretadas por Carlos Serrano Clark, quien interpreta a Salvador Vila, exalumno, amigo e interlocutor intelectual de Unamuno. Sin duda, una de las escenas más sobrecogedoras es cuando Unamuno discute acaloradamente sobre las dos Españas junto a Salvador. Aquí se muestra cómo su amistad sobrevive a las grandes discrepancias políticas, y el diálogo resume la España de la época, tan goyesca y elocuente como humana.
“Mientras dure la guerra” obtuvo 17 nominaciones a los Premios Goya, alzándose con 5 de ellos, entre los cuales destaca el Goya al Mejor actor de reparto para Eduard Fernández por su interpretación del general Millán Astray. Fernández consigue comprender la crudeza y la rabia de este personaje para dotarle de la mayor humanidad posible; consigue perfilar su interpretación dotando de una mínima explosividad al personaje, mostrando el lado rebelde que se niega a no tener la razón.
Por otro lado, la ambientación del vestuario y el maquillaje contribuye a crear un clima muy característico de la España de los años treinta. Tanto es así que la última entrega de Amenábar recibió el Goya al mejor maquillaje y peluquería, pero también al Mejor diseño de vestuario. Esta ambientación histórica aporta mayor credibilidad a los personajes y a la fuerza de sus discursos.
Además, los paisajes salamantinos aportan veracidad y combinan a la perfección con los largos monólogos de Unamuno. Se muestran las calles empedradas de esta ciudad castellana por las que Unamuno paseaba cada día, y la ambientación de los interiores de la Universidad de Salamanca consiguen crear un clima serio y respetuoso. En ocasiones se muestra la exaltación patriótica pero también el miedo y la incertidumbre de la población.
La mayor aclamación del público ha sido la neutralidad ideológica que muestra: ningún bando es más resaltado que el contrario, republicanos y franquistas luchan en la película por vencer y convencer. Sin embargo, algunos errores históricos no pasan desapercibidos para los espectadores. Entre ellos, la incorrección de la fecha del Alzamiento Militar que aparece en el tráiler (posteriormente corregida) o el orden alterado de los escaños en el acto del paraninfo de la Universidad de Salamanca. A pesar de ello, el discurso de Miguel de Unamuno frente a centenares de personas es reproducido al pie de la letra: “venceréis, pero no convenceréis. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta, pero no convenceréis. Para convencer hay que persuadir, y para persuadir necesitaríais algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil el pediros que penséis en España».
Y es que Amenábar traza una analogía con la situación política actual: la inestabilidad y la crítica ciudadana serán determinadas por el tiempo. Unamuno nos recuerda que los que vencen no siempre convencen.
FICHA TÉCNICA
Título: Mientras dure la guerra
Dirección: Alejandro Amenábar
Reparto: Karra Elejalde, Eduard Fernández, Santi Prego, Patricia López Arnaiz, Inma Cuevas, Nathalie Poza, Luis Bermejo
Duración: 103 minutos
Exhibición: cines
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Autora: Alba Francés
Editora: Lucía Boned
Redactora jefe: Andrea Aragón
