Es el retrato de una peculiar relación entre un adolescente de 15 años, Gary Valentine y una joven de 25, Alana Kane. Tienen un flechazo en plena crisis del petróleo y en la inestable presidencia de Nixon. Ambos deberían estar en etapas diferentes de su vida. Ella ya es una mujer y él está en plena adolescencia, pero es un amor a primera vista en el que ambos se ven atrapados. Paul Thomas Anderson ha hecho una obra de autor que nos transporta a Los Ángeles de los 70 a ritmo de David Bowie y Wings.
A partir de su inicial encuentro en una escena perfectamente coreografiada ya empezamos a conocer a los protagonistas. Gary, interpretado por Cooper Hoffman, es un emprendedor con los objetivos claros (o eso quiere aparentar). Desde niño actor al que se le acaba el chollo, hasta vendedor de colchones de agua. Alana, interpretada por una magnífica Alana Haim, es infantil para su edad y vive con el conflicto de estar enamorada de un adolescente. En Gary ve esa seguridad de alguien que sabe lo que quiere y para ella será su vía de escape.
La pasión por crear personajes incomprendidos y solitarios de Anderson también se encuentra en Alana y Gary. Se pasan la película corriendo, como pretenden hacer con sus vidas. Tienen prisa por moverse, por crecer y encontrar su sitio en un mundo cambiante. El vaivén de su amor se refleja en sus historias, que se entrecruzan y que siempre acaban encontrándose.
Anderson junta los fragmentos de este verano, que a veces parecen inconexos o distantes, para explorar a estos personajes y sus realidades. Aun así, en el fondo no se enfrentan a una gran adversidad. Hay escenas que no aportan mucho y solo son caprichos de este cine de autor. Como las apariciones de Bradley Cooper como el novio de Barbara Streisand o la de Sean Penn. Son personajes extravagantes que parece que pueden aportar un conflicto, pero que son olvidados una vez pasa su escena.
Paul Thomas Anderson tiene un estilo propio para contar historias y adentrar al espectador en su imaginario poco convencional, a través de una puesta teatral y personajes que suelen chocar. De su filmografía destacan piezas tan sobresalientes como Boogie Nights (1997), Pozos de ambición (2007) o El hilo invisible (2017). Licorice Pizza es también un filme muy personal, ya que está dirigida, escrita y coproducida por el propio Anderson.
Tanto Alana Haim como Cooper Hoffman se estrenan en este filme. Los personajes parecen estar escritos especialmente para ellos. Desprenden luz y es inevitable no enamorarse de ellos. Su presencia llena las pantallas en cada escena que comparten. No son prototípicos ni perfectos. Tienen acné y otros pequeños detalles que son de agradecer si lo que se está retratando es la juventud.
La película desprende mucha naturalidad, ya que tanto dentro como fuera de la ficción hay una gran familiaridad. Alana Haim pertenece al grupo musical Haim con sus hermanas, que también hacen de éstas en la película. Cooper Hoffman es el hijo del fallecido Philip Seymour Hoffman, quien era un gran colaborador de Anderson. El director ha sabido juntar a estos dos noveles y dota a la película de una credibilidad y franqueza que es la razón de ser de este filme.
Como ya hizo en Magnolia (1999), Anderson escoge el valle de San Francisco para construir a través de su particular mirada un verano que resulta totalmente verosímil y te atrapa. La ambientación te transporta a los 70 sin esfuerzo: el vestuario con estampados florales, camisas de colores, un peinado despreocupado y la libertad de ir sin sujetador. Los escenarios y los vehículos que aparecen nos acercan con facilidad a esa clase obrera de Los Ángeles.
Anderson se ocupa también de la dirección de fotografía junto a Michael Bauman. La puesta en escena es esplendida, como las secuencias en las que corren o en la que ella habla por teléfono mientras Gary la mira. Para un director acostumbrado a rodar videoclips (muchos para el grupo Haim), aprovecha la gran banda sonora para crear imágenes muy potentes. Resaltar la escena en la que juntan sus manos en la cama de agua con Let Me Roll It de Wings sonando de fondo. O ese plano secuencia de Gary corriendo por la carretera a ritmo de Life On Mars? de David Bowie.
La película cuenta con tres nominaciones a los Oscar: mejor película, mejor dirección y mejor guion original. Una vez el espectador entra en la sala de cine, sabe que está en manos de Paul Thomas Anderson. Licorice Pizza es para disfrutar, viajar en el tiempo y creer por unas horas que tú también viviste ese verano.
FICHA TÉCNICA
Título: Licorice Pizza
Dirección: Paul Thomas Anderson
Actores principales: Alana Haim, Cooper Hoffman, Sean Penn, Tom Waits, Bradley Cooper y Benny Safdie.
Duración: 133 min
Exhibición: Cines
País de producción: Estados Unidos
Nominaciones Oscar: mejor película, mejor dirección y mejor guion original
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Autora: Ingrid Monreal
Editora: Alexia Pavón
Redactora jefa: Ingrid Monreal