El mundo está empezando a cambiar y con él nuestras ganas de formar parte de esta revolución. Quizás muchas personas no sean conocedoras de que lo que vemos es solo una pequeña parte de la realidad, y que el resto es imaginado por el cerebro. Entonces… ¿Es cierto todo lo que hay a nuestro alrededor? ¿O tal vez la auténtica realidad se esconde tras las paredes que han construido unos pocos?
Con el amor podría suceder algo parecido. Desde muy pequeños nos han enseñado el arte de la monogamia, el amor romántico… llegando a normalizarse aquellas relaciones tóxicas que muchas veces no nos han permitido viajar más allá de lo ya establecido.
El padre del psicoanálisis afirmaba que el amor constituía la mitad de la vida. Entrando en terreno científico hay que decir que, a pesar de lo que muchos puedan creer, los sentimientos tienen sus bases en el cerebro y no en el corazón (BBC News, 2012). Somos animales destinados a una reproducción constante entre distintos individuos de nuestra especie.
Si nos tomáramos un momento para investigar y analizar, podríamos descubrir que las familias tradicionales representan un porcentaje más bajo de la población de lo que muchos pueden creer. Durante el 2021 se produjeron 86.851 casos de divorcios, aumentando un 12’5% respecto al año anterior (INE, 2021). Entonces: ¿por qué se mantienen las relaciones tradicionales como algo natural? Tal vez haya sido el sistema, el patriarcado, la religión y el marketing, quienes todos unidos por sus propios intereses, hayan impulsado estas relaciones, es decir: “las normales». Es a partir de esa pequeña y escondida chispa, de la que casi no nos damos cuenta, donde nace uno de los grandes problemas que terminarán transformándose en fuego: la toxicidad que empaña a tantas relaciones. Esto no significa que no pueda haber relaciones perfectamente sanas a cualquier edad, pero sí que habría que poner el punto de mira en aquellas más inexpertas; especialmente, antes de que empiecen a arder.
Vivian Gornick, periodista estadounidense, es considerada una de las mayores voces en la ola del feminismo de los años 70. Ella misma afirma lo obvio que es enamorarse, pero que no es lo más importante; así como nos han hecho creer.
La construcción social ha hecho que cada día más adolescentes se encuentren sumergidos en relaciones altamente contaminadas. Los libros, las películas, las redes sociales… nos empañan la visión día tras día con la pareja perfecta, creando en el inconsciente una dependencia emocional, sobre todo en las mujeres. Podemos reflexionar sobre la importancia de la educación, aquel pilar fundamental para las bases del ser humano. Es esencial que desde pequeños se eduque en el respeto; pero también es importante mostrar las grietas que se abren día tras día al normalizar o al no dar la importancia necesaria.
Hay mucha más diversidad en nuestra realidad, que la que recibimos a través de los medios convencionales. Y, a pesar de todo, son estos mismos medios los que nos influyen de manera importante. Es decir, podemos también aprender a explorar, conocer y vivir…
Cada vez son más las personas, sobre todo las chicas, quienes son conscientes de mucha de la toxicidad que existe. Hay que apagar el incendio; y hay que hacerlo antes de que las llamas acaben con todo tras su paso.
Autora: Nazaret Parrilla