– Crónica e imágenes de Cristina Lázaro y Carlota Lapeña –
Los aforos limitados y el aumento de los contagios no ponen freno a una cultura segura y responsable que busca hacerse eco no como problema, sino, más bien, como solución. Una vez más, el teatro retrata la realidad de una sociedad que llena las butacas del teatro ahora más que nunca, liberándose, aunque sea por hora y media, de los noticiarios y desgracias que nos persiguen en los últimos meses. Llega así al Teatro de Las Esquinas, en tiempos de perder la cordura, la adaptación del absurdo al más puro estilo del francés Eugène Ionesco: “La sumisión y el porvenir está en los huevos”. La compañía burgalesa Morfeo Teatro ha sido la responsable de llevar a los escenarios esta obra que, desde el punto más disparatado, ha desatado el llanto de un público entregado.
Aunque detrás de lo absurdo, Francisco Negro, el director de la obra, esconde la razón, una vez más preso del teatro como denuncia, que, si ya lo presagiaba Ionesco hace 70 años, cobra aún más relevancia en la sociedad del siglo XXI que parece pecar de avanzada manteniéndose en los soplos del pasado. Se rompe así, desde el punto más grotesco, con el clasismo, tradicionalismo, convencionalismo o masificación de la producción. Todo ello gracias al suspiro de una generación reprimida que, sin embargo, manifiesta principios y libertades.
En esta farsa del absurdo se representa la historia de una familia conservadurista. El hijo, Jacobo, es un joven sometido a la educación de un sistema tradicional perteneciente al estado consumista del bienestar, cuyo único propósito es procrear y producir a toda costa. El dilema que se presenta son los principios que este joven afirma tener y por los cuales se niega a seguir este estilo de vida que le imponen sus padres y su abuela.
Pero esto no es todo, pues también se denuncia esa supremacía de la raza blanca y el trato machista hacia la mujer como objeto. Pese a todos los dilemas que rondan la mente de Jacobo, sus padres organizan un encuentro con una muchacha que tiene tres narices, Roberta, con la esperanza de que esta y su hijo contraigan matrimonio. El joven se niega en rotundo a desposarse, pues solo lo hará en caso de ser con la mujer más fea del mundo. Finalmente, Roberta consigue seducir a Jacobo, el cual queda sometido así a todo de lo que reniega, fallando a esos principios de los que presume.
La obra se estrenó en febrero del año pasado, pero la pandemia paralizó las representaciones. Sin embargo, una vez retomadas las actuaciones en distintas ciudades de España, la actriz y gerente de la compañía Morfeo, Mayte Bona, nos confiesa que “el público quiere asistir a las salas y es consciente de que son seguras”. Son tiempos difíciles para la cultura, sobre todo para el teatro, pero Bona lo tiene claro: “El teatro, la danza, la ópera, la música, los museos y la lectura nos dan alas al alma, son puertas abiertas a la inteligencia a la creación y a la mente, que hoy en día necesita ser más cuidada que nunca porque está sometida a mucha presión”.
Una de las frases del pensamiento de Ionesco ya parecía anunciar los tiempos que corren en la actualidad: “Hacemos planes para el futuro, pero difícilmente podemos predecir qué pasará mañana”. Nos inspira a vivir el día a día con más intensidad, pensar en el hoy, en lo que tenemos, y en disfrutar de ello sin tener en cuenta lo que pueda pasar mañana. Una mentalidad vanguardista para su tiempo y tan necesaria hoy en día en la sociedad, ahora más que nunca.