Texto y fotografías: Arancha Díaz
Seguro que han escuchado el dicho “que nadie es profeta en su propia tierra”. Pues bien, no es el caso de Santiago Ramón y Cajal, quien es el protagonista de una exposición temporal en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza. Se conmemoran 150 años desde que el joven Santiago comenzó sus estudios de Medicina en la Universidad de la capital aragonesa. Hacer una visita es el momento perfecto para conocer, un poco más de cerca, a un científico de fama mundialmente reconocida y todo un orgullo para los aragoneses. ¿Nos acompañan?
Más de 300 piezas elegidas cuidadosamente muestran aspectos destacables en la vida de D. Santiago. Cabe resaltar imágenes de su infancia y juventud, e incluso autorretratos y fotografías hechas por él. Encontramos documentos como su solicitud para comenzar sus estudios universitarios en Zaragoza, la tesis doctoral y los expedientes para nombrarlo hijo predilecto de Zaragoza y ponerle la calle que lleva su nombre, entre otros. También podemos pararnos a observar pinturas de Sorolla y Madrazo, su microscopio, cuadernos de apuntes y dibujos. El periódico madrileño Ahora, que recogió en su portada la noticia de la muerte de Ramón y Cajal, así como una fotografía inédita de su multitudinario entierro nos han llamado especialmente la atención.
De la mano de uno de los comisarios de la exposición, José María Serrano Sanz, retrocedimos en el tiempo para conocer un poco más de cerca, la parte menos difundida de Ramón y Cajal. Sus orígenes, infancia, la difícil relación con su padre, su matrimonio y su estancia en Zaragoza, ciudad en la que D. Santiago pasó quince años, y que en opinión del comisario Serrano fueron muy importantes. Porque precisamente aquí fue el lugar en el que inició sus estudios de Medicina, tuvo su primera casa, contrajo matrimonio con Silveria Fañanás y donde nacieron sus dos primeras hijas.
Esa Zaragoza por la que Ramón y Cajal siempre sintió una especial devoción y a la que siempre estuvo muy vinculado. Aunque definitivamente se marchó de tierras aragonesas en 1884, hizo frecuentes visitas ya que aquí se quedó parte de su familia. Además, pese a haber completado sus estudios en Barcelona y Valencia y haber ejercido la mayor parte de su profesión en Madrid, lugar donde falleció, siempre gozó de reconocimiento en su tierra natal.
“Falta una verdadera historia de Cajal, nadie se ha enfrentado el personaje de verdad”, de este modo calificaba Serrano la excepcionalidad de la muestra. No sólo se pretende resaltar el papel de Ramón y Cajal en el campo de la medicina y la ciencia, sino mostrar su parte más humana y desconocida.
Mucho sabemos del Nobel que le fue concedido en 1906, o el premio Moscú en 1905 o de sus visitas a las universidades más prestigiosas como la de Cambridge. Poco sabíamos que de pequeño no quería estudiar Medicina, como había hecho su padre, y que aquello costó más de una disputa familiar. Santiago quería pintar y dibujar, era un chico creativo y autodidacta. Se dedicó también a su otra gran pasión, la fotografía. En su colección personal, Ramón y Cajal tenía gran cantidad de fotos simpáticas y graciosas. Fue de los primeros en hacer fotografías costumbristas y allá por 1912 escribió uno de los primeros tratados sobre técnica fotográfica.
Y por si fuese poco, descubrimos que el científico fue un hombre público que ocupó importantes cargos públicos en la España del siglo XX. Ocupó el cargo de senador vitalicio hasta el golpe de estado de Primo de Rivera en 1923. Además, dirigió la Institución Bacteriológica y el Instituto Cajal.
Pero no queremos descubrirles nada más. Les invitamos a que acudan y disfruten de una exposición imprescindible, que estará abierta al público hasta el próximo 11 de enero de 2020. Además de la muestra, hay programadas un ciclo de conferencias y actividades infantiles en torno a la figura de Ramón y Cajal. Vayan y sientan de cerca al padre de la escuela neurológica española, a uno de los científicos más citados hoy en día en neurociencia en el siglo XXI, al aragonés Santiago Ramón y Cajal.
