Entrevista realizada por Galadriel Gil Martínez y Sarah Saidi.

Enrique Labiano es un reconocido periodista nacido en Pamplona en 1976. Cuenta con una destacada trayectoria en medios de comunicación autonómicos y nacionales. Licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra inició su carrera profesional en COPE Pamplona y en la agencia de noticias Fax Press, dirigida por Manu Leguineche. En 1996, tras acabar la carrera, se incorporó a los Informativos Telecinco en País Vasco donde trabajó 7 años cubriendo temas problemáticos como el terrorismo de ETA. En 2007 se unió a Aragón TV y participó en programas como Conexión Aragón y Unidad Móvil. Labiano ha colaborado en medios tales como La Comarca y HOY ARAGÓN, donde ha ejercido como redactor de tribunales y sucesos. Por su implicación con el periodismo que lo llevó a cubrir sucesos en el Líbano, la Policía Nacional le otorgó un reconocimiento en 2024.
PREGUNTA: ¿Desde que empezaste a estudiar en la Universidad de Navarra, ¿tenías claro que querías ejercer como redactor de sucesos?
RESPUESTA: No. Los dos primeros años los hacíamos en común y luego tercero y cuarto ya te especializabas. Y yo en tercero sí que pasé a periodismo escrito. Había audiovisual y publicidad. Curiosamente he acabado en el mundo del audiovisual. Han sido los azares de la vida. Mi primer contrato lo firmé en un bar, en Telecinco. Y fue a través de una productora y ahí acabé en el País Vasco y luego ya me vine a Aragón. Pero fue el azar de la vida. No tenía nada pensado.
P: ¿Qué implica ser redactor en la sección de tribunales y sucesos?
R: Responsabilidad: el pararnos dos minutos. Yo tenía un director que decía siempre antes de escribir o de dar alguna información, tienes que pararte dos minutos, dos minutos que no es tiempo, a pensar cómo lo vas a decir y qué vas a decir. Sobre todo la responsabilidad de saber que detrás de una noticia de una persona condenada o de una víctima o de un presunto agresor hay una familia: hay hijos, hay abuelos, hay madres, hay padres. Entonces tienes que ser veraz. Eso por principio y luego tener la sensibilidad de no dar más información de la que te gustaría contar. No es necesario contar tanto. No es necesario sacar un muerto. Hay cosas que no son necesarias.
P: ¿Qué significó para usted recibir un premio por parte de la Policía Nacional?
R: Un orgullo. De hecho yo fui, algo sabía, pero yo fui un poco a ciegas y le dije a mi mujer acompáñame porque me van a meter en un jaleo, no sé de qué va esto. Y fuimos allí y cuando me dijeron que era un reconocimiento por la labor de colaboración, del trabajo conjunto. Después de tiempo, de ratos, de cafés, de escribir, de pasarlo mal, de pasarlo bien, el hecho de que tengas un día, el premio es lo de menos. Que puedas estar con la gente que aprecias, les des un abrazo y luego te vayas a comer por ahí, disfrutes, pues eso es un premio ya de por sí.
P: ¿Cómo fue comenzar su carrera periodística en el País Vasco mientras ETA seguía activa?
R: Yo fui a Vitoria en el 2001 y ETA dejó las armas oficialmente en el 2011 y estuve 7 años. Fui con 20 años, no nos enterabamos muy bien de lo que ocurría, sabíamos que había terrorismo y que mataban a la gente, a periodistas de medios nacionales. Yo trabajaba en Telecinco, éramos los medios del estado opresor (que decían ellos) y estábamos un poco en la diana, conocía a gente que estaba en el otro lado, vamos a decirlo así, era tenso, pero te hacía ser más responsable. A mí me ha enseñado a ser responsable con la información, no dar demasiados datos de cosas porque puedes poner a alguien en problemas.
P: ¿Cuál fue el mayor desafío al informar sobre los atentados de ETA?
R: Las víctimas sobre todo, porque muchas se fueron, se tuvieron que ir, otros se quedaron con miedo, otros que conocías los mataron, pues es una responsabilidad y sobre todo porque yo soy navarro, yo nací allí en la zona. Mi abuelo era militar y estaba amenazado por ETA, le seguían en un coche, se salía con una pistola inutilizada, pero que tenía todavía de la guerra, que a él le daba una cierta seguridad, no podía disparar pero le daba seguridad. Por los azares de la vida viví como periodista en el País Vasco, sobre todo por las víctimas, era muy delicado por ellas, esas concentraciones, ese sentirse de menos, esa valentía de decir algo en contra de lo que todo el mundo pensaba, era complicado.
P: ¿Qué te motivó a cubrir conflictos bélicos en Líbano?¿En qué se diferencia el ejercicio del periodismo en una zona de guerra como Líbano respecto a España? R: Yo fui a la base Miguel de Cervantes de la Organización de Naciones Unidas en el Líbano, cerca de Beirut, a dos horas de la capital. Fuí porque insistí en la posibilidad de hacer un reportaje, de un destacamento de 600 militares que partían desde Aragón, de la Brigada Aragón, que antes era Brigada Castillejos, desde aquí, desde Zaragoza. Entonces a base de insistir conseguí meterme en un Antonov, en un avión grande y volar y con una cámara grabar. Los militares son chavales de 20 años, que empiezan como vosotras y están formados mucho más que nosotros, pero no dejan de ser chavales y personas que hablan de su familia, de su novia, de su novio, de la vida, de los problemas que pasan… Era la sensación del miedo que tenían ellos y el que podíamos tener nosotros, pero yo me sentí muy arropado, salíamos en ocasiones contadas de la base muy escoltados para determinadas grabaciones y claro, como vas con ellos, tú te amoldas, tienen un tipo de prensa que te acompaña a todos los lados. No es lo mismo que ir por libre y enfrentarte a situaciones más complejas y no tener a nadie que te pueda sacar, entonces al ir con el ejército era diferente, fue una vivencia distinta desde la barrera, por así decirlo.
P: ¿Cómo ha influido la evolución de la tecnología y las redes sociales en la forma de informar sobre sucesos?
R: Ha influído mucho, porque ahora tienes periodistas por todos lados, salen como champiñones. En todas las redes sociales todo el mundo lo ha visto, si os metéis en internet, ha visto humo en la zona de no sé dónde, a veces es buena información que eso te sirve cuando ves en redes para preguntarle al gabinete de la Guardia Civil, o a la policía local, lo que sea(que he visto eso, te lo confirmo), te lo desmiente, yo creo que ayudan. Las nuevas tecnologías ayudan, claro que sí, y son el presente y el futuro. Ahora en nuestras manos está, como personas, saber utilizarlas bien.
P: ¿Cuál ha sido el reportaje o cobertura que más le ha marcado a nivel personal? R: Tengo muy mala memoria, se me olvidan las cosas, barbaridad, pero yo he llorado con noticias, sobre todo después de estar en el Líbano. Yo hice un curso de corresponsales de guerra en Madrid con compañeros que te enseñaban, bueno, disciplinas para ser freelancer, o sea, puedes irte a la otra punta del mundo, pero igual te vienes abajo o lloras en la unidad de cáncer infantil del hospital Miguel Servet, ¿sabes? A mí me ha pasado, yo he hecho reportajes ahí y ver a padres de los neonatos, y ver a la mamá dándole calor, ese mismo, ese lo recuerdo, además me acuerdo de un panel lleno de los niños que sobrevivían y que crecían y engordaban y ya se iban con sus padres, pues les hacían dibujos a los médicos, a las enfermeras donde ponían «gracias por cuidarnos, gracias por tal, siempre lo recordaremos», eso te emociona, con eso ya es suficiente.
P: En el ámbito de la ética periodística, ¿cómo maneja el delicado equilibrio entre informar de forma rigurosa y respetar la privacidad de las víctimas y sus familias? R: Pues sentido común. Si yo voy a contar, si a mí me llega información de algún hecho delictivo en el que habéis estado implicadas y conozco a vuestra madre o a vuestro padre y me dice, sé que lo tienes, por favor, hazlo con cariño, o por favor espera un día que es que todavía estamos en una situación complicada, pues esperas y lo haces con cariño. Yo he pasado artículos o reportajes, antes de que se emitieran, a determinadas personas para que los viesen, para que se quedasen tranquilas por la intranquilidad que tenían ¿qué va a salir mi hija o mi hijo? ¿va a estar en la picota? ¿le van a enseñar en la facultad de periodismo? Si sois buenas personas sabréis lidiar con estos casos. Y si me piden no publicarlo… depende, yo no he publicado cosas que me han pedido que no publicase y no pasa nada, es decir, y son veraces, son cosas que han pasado y que son noticiables. Si a ti te va a aportar más que no lo saque, que sacarlo, que obviamente te va a perjudicar más o crees que te va a perjudicar a pesar de que yo ni desvelo tus datos personales, ni saco nada tuyo íntimo, no lo sacas más.
P: ¿Qué estrategias utiliza para gestionar el estrés y las repercusiones emocionales derivadas de cubrir situaciones complejas o delicadas?
R: Ayer estuve con una familia que van a desahuciar de Las Fuentes, una mujer con dos niños que estaban en un piso alquilado y que pagaba a la dueña, pero la dueña ha desaparecido… entonces el dueño del piso, que es el banco, al que le debe la dueña dinero le has ha dicho que no tiene nada que ver con ellos pero que tenían que irse. Con dos niños en la calle, la mujer ayer entrevistándola, ayer, por la tarde, llorando. Para gestionar el estrés hay que estar, cuando hay que estar, y cuando te vayas a casa por lo menos no darle vueltas. Yo soy periodista 24/7. Yo voy siempre con mi portátil, siempre, a todos los lados. Y escribo, desde la taza a un váter, aunque suene feo, de cualquier lado es un buen lugar porque conectas con tus datos de móvil y escribes. Pero también desconectas. Hay gente que me dice, estás loco, estás todo el día ahí. No, lo interiorizo y forma parte de mi vida. Mi vida es el periodismo también. Es mi familia, mis amigos, pero es también el periodismo. Y tengo muchos amigos gracias al periodismo, con lo cual no necesito desconectar.
P: ¿Qué consejo les daría a los jóvenes periodistas que aspiran a especializarse en la cobertura de sucesos y conflictos, según tu extensa experiencia?
R: Pues que miren mucho, que hablen poco, que observen, que empaticen con la gente. Que si tienen que dar la mano a alguien, que se la den. Que si tienen que abrazar a alguien, que la abracen. Da igual que sea el presunto asesino o que sea una víctima. Que sobre todo que escuchen a la gente, porque podemos aprender de cualquiera. Del tipo más tirado de la calle haciendo una entrevista de mendigos o de cualquier otra cosa. Y que, sobre todo, que empaticen y que sepan que detrás de esas personas hay familias, y hay vivencias, y hay vidas. Tú tienes el poder de publicar algo y acabar con la vida de una persona, que alguien se suicide por haber publicado alguna cosa. En caso de bullying o cualquier cosa de estas que veas en un colegio y tal, somos muy responsables. Y yo creo que en sucesos, en el caso nuestro, a ver, no somos cirujanos, esos operan a vida o muerte y tienen muchísima más responsabilidad. Pero también tenemos una parte de responsabilidad social. Entonces eso lo tenemos que entender.