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¿Hemos aprendido algo de esta pandemia?

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Texto y fotografía: Guillermo Burgos.

Cuando dieron las doce de la noche del domingo 9 de mayo miles de personas salieron en estampida a las calles de toda España como si el covid hubiera desaparecido. Plazas, calles y parques se llenaron de incívicos que celebraron en enormes grupos el final del estado de alarma.

Es posible que todo el mundo pensase que cuando se diera la medianoche del domingo habría personas que saliesen a la calle para disfrutar de un paseo nocturno. Lo que probablemente menos personas se esperaban era que muchas ciudades de España se convirtiesen en auténticos ríos de personas.

Madrid fue el centro de la fiesta, con imágenes del barrio de Malasaña o la Plaza del Sol repleta de personas. Muchas de ellas sin mascarilla, y sin guardar una imposible distancia de seguridad. Parecía que con el fin del estado de alarma, la pandemia también hubiese desaparecido de nuestras vidas, con gente dándose abrazos y celebrando cogidos del hombro. Tan sólo en Madrid se impusieron 650 sanciones por beber alcohol en la vía pública y más de 350 por no llevar mascarilla. Hay que recordar que las multas por superar el límite de seis personas para las reuniones pueden llegar a los 600 000 euros si se pone en riesgo la salud pública.

Estas imágenes se repitieron por todo el país. En Barcelona hubo masificaciones en la playa de la Barceloneta, por supuesto sin distancia social ni mascarillas y con alcohol de por medio. La Plaza Mayor de Salamanca se llenó de universitarios, en la que parecía una de las Nocheviejas Universitarias que se celebraban todos fines de año en la ciudad. Y en la Alameda de Hércules, en Sevilla, también hubo concentraciones y botellones, e incluso un policía salió herido en una pelea.

En todos estos escenarios hay un denominador común, el alcohol. Cuando vemos las imágenes que nos dejó el domingo pasado, podemos ver que en la mayoría hay personas bebiendo o bien que están en estado de embriaguez. Es posible que esta sea otra pandemia a la que nos estamos enfrentando, y cada vez más. Según el Ministerio de Sanidad, la edad media a la que los jóvenes comienzan a beber alcohol en España es de 14 años. Este también es un factor que facilita la impulsividad y que no se respeten las medidas sanitarias.

Es preocupante que tantos y tantos jóvenes no se hayan tomado en serio esta pandemia de coronavirus. La imagen que están dando al resto de la población es nefasta. El mayor peligro de estos comportamientos es que quienes lo pagan son los familiares de estos chavales, que pueden sufrir la enfermedad con mucha virulencia. Por suerte no todos los jóvenes tienen actitudes irresponsables, muchos otros respetan todas las medias sanitarias y están concienciados acerca de la gravedad de la situación que vivimos.

Sin embargo, no en todas las ciudades se dieron estos lamentables actos. En ciudades como, por ejemplo, Logroño, Oviedo y Gijón la noche se vivió con pocos incidentes. En este sentido, hay que destacar Aragón, ya que en ninguna de sus tres capitales hubo problemas por masificaciones ni grandes botellones. Por el contrario, la mayoría de los jóvenes aragoneses salieron a la calle a dar paseos, disfrutando de la noche de veranillo que hubo el pasado domingo. Esta es una muestra de responsabilidad, y de que sí es posible salir a la calle sin poner en riesgo la salud pública.

Todos esperamos que estas actitudes no tengan consecuencias ni provoquen un repunte de casos. Es posible que debido a la vacunación la gente se haya confiado y salido más fácilmente de fiesta. Nadie quiere volver al estado de alarma, ya que sería dar un paso hacia atrás, pero en las próximas semanas se sabrá la repercusión de esta noche de desfase.

Desde el inicio de la pandemia se decía que de esta saldríamos más solidarios, empáticos y cívicos. Por el contrario, actitudes como las vividas la semana pasada nos demuestran que muchas personas no han aprendido de esta experiencia. Habría que preguntarse qué sentirán las miles de familias que han perdido a seres queridos al ver estos comportamientos. O el personal sanitario que tan duro está trabajando, doblando turnos y arriesgando sus vidas para tratar de acabar con esta pesadilla. Se ha visto que mucha gente prefiere salir de fiesta sin pensar en lo que pueden estar llevando a sus casa y a sus familias.

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