Delicadas y crueles es una telenovela juvenil en la que no pueden faltar relaciones turbulentas, drogas y, obviamente, una lisiada. Ballet de calidad, sexo en cantidad y una trama con más giros que piruetas hace una bailarina.
El título de esta serie no podría ser más acertado. Si existen dos adjetivos perfectos para describir el mundo del ballet son “delicado” y “cruel”. Delicado porque requiere que las bailarinas aparenten fragilidad, que parezcan etéreas y gráciles en el escenario. Cruel porque mientras fingen esa delicadeza sus dedos sangran dentro de las puntas y sus costillas se marcan contra el maillot.
“Delicadas y crueles” cuenta la historia de Neveah (Kylie Jefferson), una bailarina de clase baja que recibe una beca para estudiar en la prestigiosa Archer School of Ballet. Solo hay un problema, Neveah únicamente ha conseguido esa beca porque la mejor bailarina de la escuela, Cassie (Anna Maiche), ha sufrido una terrible caída que la ha dejado en coma.
La vida en la Archer School es como en cualquier otra academia de alto rendimiento: competitiva, agotadora e injusta. Aun así, los guionistas no se olvidan de que nuestros protagonistas, además de bailarines, son adolescentes. Por lo que a los dramas del mundo del ballet hay que sumarle los de la pubertad: el desamor, el sexo, la envidia, la venganza.
“Delicadas y crueles” se esfuerza por deshacerse de esa imagen de serie de baile destinada a niños y pre-adolescentes, lo que acaba derivando en grandes cantidades de escenas sexuales que poco tienen que aportar al hilo de la historia y giros de trama que resultan difíciles de creer.
Aunque es cierto que la serie tiene algunas características que hacen que se asemeje a una telenovela mala de domingo por la tarde, hace un buen trabajo tratando temas que son verdaderamente relevantes y (por desgracia) habituales en el mundo del ballet desde tiempos remotos. Hablamos de temas como el abuso de poder por parte de los entrenadores, el encubrimiento de la pedofilia a cambio de fondos económicos o los trastornos alimenticios que desarrollan un alarmante porcentaje de los profesionales de este arte.
Además, es una serie que resulta visualmente muy placentera. El ballet es un tipo de danza que ha embelesado a teatros enteros desde los tiempos de la Italia renacentista, por lo que las numerosas piezas que se ejecutan en cada episodio resultan una muy efectiva distracción de la a veces inverosímil trama.
A esto hay que añadirle que todos los bailes que aparecen en “Delicadas y crueles” los interpretan los propios actores. No tienen dobles como, por ejemplo, en “Cisne negro”. Esta es una de las mejores partes de la serie, porque todos los protagonistas, además de actores, son bailarines de ballet profesionales.
En general, “Delicadas y crueles” es una buena serie si el mundo del ballet te resulta interesante y no te importa que te cuelen unas cuantas escenas subidas de tono por capítulo. Muy recomendable para hacer un maratón cuando acabes los exámenes, no tanto si lo que buscas es una serie con un trasfondo más profundo.
Ficha técnica:
Título: Delicadas y crueles
Temporada: 1
Creador del guion de la serie: Michael MacLennan
Directores destacados de capítulos: Gary Fleder, Samir Rehem, Joanna Kerns
Actores principales: Kylie Jefferson, Casimere Jollette, Brennan Clost, Barton Cowperthwaite
Número de capítulos: 10
Duración de cada capítulo: 50 minutos
Plataforma o canal de exhibición: Netflix
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Autora: Alba Fernández @MsAlbaF (Twitter)
Editora: Paula Giral
Redactora jefa: Elena Álvarez
